El vestido blanco de Nathalie Léger
por Lara Vesga
Deja mal cuerpo leer El vestido blanco de la autora Nathalie Léger (París, 1960), y, sin embargo, es necesario leerlo. Y lo es porque tiene el don de narrar de una manera brillante lo mejor y lo peor sobre la naturaleza humana a través de un breve relato de tan solo 108 páginas.
Corto en su longitud, pero intenso, intensísimo, en su contenido, El vestido blanco rescata la terrible historia de Pippa Bacca, una joven artista italiana que quiso en marzo de 2008 lanzar un mensaje al mundo de anti belicismo, paz y amor universal a través de una performance demasiado atrevida: viajar haciendo autoestop desde Milán hasta Jerusalén ataviada con un blanco vestido de novia.
Haciendo una búsqueda rápida en Internet, es fácil localizar fotografías de Pippa, cuyo peculiar peregrinaje recogieron y contaron los medios de información, ante lo insólito de la empresa. En ellas se ve a una muchacha que no perdía jamás la sonrisa, que disfrutaba con el trato humano y que transpiraba confianza y optimismo en su especie. Aparece portando carteles con el nombre de los destinos por los que tenía planificado pasar, siempre países en los que era palpable el rastro de la guerra, mientras hacía autoestop esperando que alguien, quien fuese, la recogiese. Aparece también charlando con gente, o lavando los bajos de su vestido ya no tan blanco en alguna fuente. O también, algo que solía hacer, lavando los pies de personas, en un simbólico gesto que tiene algo de bíblico y que recuerda a Jesús lavando los pies de sus apóstoles en un acto de humilde servicio, pero también en un acto que simboliza la limpieza de los pecados.
Pero es inevitable que al rastrear online fotos de Pippa aparezcan también las del hombre que fue condenado a cadena perpetua por violarla y asesinarla brutalmente. La joven artista subió al coche del tipo que la mataría y abandonaría su cadáver entre unos matorrales de la misma manera que subió a los coches de todas las demás personas durante su periplo: con una sonrisa en la cara y la más plena de las confianzas, ya que su norma era no rechazar nunca a nadie que se ofreciera a llevarla y confiar, siempre confiar, en la bondad del ser humano.
Léger, también sobrecogida ante el fatal desenlace de Pippa, indaga en el libro en los motivos que llevaron a la artista a emprender un viaje tan plagado de peligros. Mientras avanza en su investigación, la autora francesa visita unos días a su madre, quien le ruega que dé voz a su verdad respecto al humillante e injusto trato que recibió en los años setenta durante el proceso de divorcio de su marido y padre de Léger.
Así, tomando como km 0 de ambas historias el simbolismo del vestido blanco de novia y con una magnética clarividencia que pone los pelos de punta, Léger consigue vincular ambas historias, aparentemente sin ninguna relación, consiguiendo como resultado un relato bellísimo, profundamente reflexivo y que tiene la grandeza de ofrecer, si no reparo, al menos alivio.