Gloria de Andrés Felipe Solano
por Rubén J. Olivares
Tengo un mundo de sensacionesUn mundo de vibraciones que te puedo regalar Tengo dulzura para brindarte caricias para entregarte Si tu me quieres amar.Sandro – Tengo
En las novelas de Andrés Felipe Solano la gente se comporta como lo que es: gente corriente. Beben cerveza. Comen, mientras oyen música. Van al baño. Permanecen en silencio con y sin razón. Discuten, se aman y se separan. Sus historias son un escaparate abierto a la vida cotidiana de sus personajes, escenas perfectamente planeadas en las que nada de lo que vemos o leemos es casual, pero tampoco nos llaman la atención en exceso. La calle, la rutina diaria, el transporte público, los restaurantes, las personas corrientes conforman los personajes de Andrés Felipe Solano, lo que los convierte en personajes más que entrañables pues es imposible no empatizar con sus desencuentros cotidianos.
La prosa de Solano huye de lo rutinario, aunque mantiene su mirada en lo diario; se recrea en lo básico y hermoso de lo cotidiano y, en el clímax de los momentos en los que la tensión narrativa alcanza su cénit, libera la poesía diaria. Solano sigue la corriente inaugurada a partir de los años sesenta de introducir la narración en primera persona para captar la atención del lector, como si estuviéramos releyendo el diario personal de sus personajes. Aunque a algunos críticos y lectores este tipo de escritura les resulta molesta, en Solano se convierte en todo un acierto que nos hace sentir en una película llena de nostalgia en la que una voz en off de un narrador ausente rememora los hechos que vivimos de nuevo a través de su narración. El estilo narrativo de Solano consiste en no seguir ningún estilo predeterminado: los personajes de esta historia se dejan mecer por las olas de esta historia, a la deriva del destino como cualquier persona. Ello, lejos de suponer un menoscabo en su estilo creativo, reafirma la naturalidad de su prosa.
Gloria es una ventana abierta al pasado de una madre que, con 20 años, decide abandonar los planes que su familia tenía para ella en Colombia e iniciar un viaje a los EE. UU. para poder experimentar la libertad que en su casa le negaban. El aire de la gran ciudad de Nueva York llena de libertad los pulmones de Gloria, quien se siente libre para vivir su propia vida. Imbuida por la rebeldía y la curiosidad que la juventud insufla en el pecho, Gloria inicia su propia travesía en esta ciudad que tanto tiene que ofrecer a cualquiera que esté dispuesta a sacrificar su tiempo en ella. Aquí, en Nueva York, asistirá al concierto del cantante argentino Sandro, un fenómeno de masas en Latinoamérica, que conmocionó a toda una generación de adolescentes y jóvenes adultos y que llegó a tocar en el mismísimo templo de la música: el Madison Square Garden, convirtiéndose en el primer cantante Latinoamericano que cantaba en este espacio. Pero no será esta la única aventura que la joven Gloria viva en la gran ciudad, pues allí acabará encontrando trabajo en las oficinas de AGFA -la mítica compañía belga de fabricación de cámara de fotos y revelado – donde quedará marcada por las perturbadoras fotografías que un cliente trae a la misma, evocará los recuerdos de la muerte de su padre, mezclados con la niebla de un pasado del que no está del todo segura y al que no sabe si atribuir su muerte a un asesinato o a un suicidio pactado, y recorrerá las calles junto al irascible e impuntual Tigre, un hombre tan seductor como impredecible. Cinco décadas más tarde su hijo rememorará aquellos tiempos de juventud y rebeldía de su madre que acabaron conformando el carácter de ella y marcaron los valores y la educación que él recibió. Estamos ante una historia repleta de nostalgia en la que, primero a través de los ojos de la protagonista y segundo desde la mirada del hijo, rememoramos la juventud de una mujer que decidió vivir su propia vida y marchó lejos de familia y patria a un país desconocido a vivir sus propias experiencias, a descubrir que el amor a menudo es una cadena de desengaños y apasionados momentos de éxtasis, pero del que no se puede escapar una vez que lo descubrimos. Gloria es la historia de un día en la vida de una mujer que lo marcará todo en su futuro y del que somos testigos privilegiados a través de su lectura, pero también es la historia de un hijo que rememora la vida de una madre que vivió su vida como quería, iniciando un viaje a un país extranjero, asistiendo a un concierto de un artista provocador y desinhibido que no aceptó ayuda de su familia y supo buscar su independencia económica y con ello su libertad como mujer, experiencias que forjaron el carácter de las dos Glorias que conviven en esta novela, la Gloria literaria del libro y la propia Gloria madre de Andrés Felipe Solano a quien el autor rinde un sentido homenaje en este libro. Una historia sugerente, simple en sus formas pero compleja en sus contenido, que deja, como las grandes historias, con ganas de saber más, algo que el lector tendrá que componer a partir de los retazos biográficos y los recuerdos que tanto hijo como madre han ido desplegando a lo largo de la novela entre saltos temporales y rupturas de la linealidad de esta magnífica historia.