La chica que vive al final del camino de Laird Koenig
por Javier Velasco Martín
‘Una noche de domingo en que hacía tanto calor que no se podía ni respirar, estábamos aquí sentados, en el salón, a oscuras. Él encendió el tocadiscos. Liszt. Nos quedamos sentados. Aquí mismo, como digo. En esta habitación. Escuchando la música (…)’
La chica que vive al final del camino, Laird Koenig
Es el día de Halloween y Rynn, que recién ha terminado de mudarse a un pequeño pueblo norteamericano, acaba de cumplir 13 años. Siempre la acompaña su ratita Gordon. Vive con su padre. O eso hace creer a sus vecinos que, cuando le preguntan por éste, ella siempre les responde que está encerrado en una habitación trabajando en su obra poética. Y nadie puede molestarlo mientras trabaja. Absolutamente nadie.
El señor Hallet y su madre no les transmiten buenas vibraciones. De hecho, no les gusta ni un pelo el tono inquisitivo y el acercamiento excesivo de ambos. Pero tiene que enfrentarse a ellos. De alguna manera tiene que hacerlo. Sin miedos. Sin escrúpulos. Con perspicacia e inteligencia.
Bajo este ambiente de misterio y siniestralidad se desarrolla esta historia en la que Rynn, protagonista indiscutible, levanta tanto curiosidades como sospechas entre las personas que viven en el pueblo al verla hacer todo tipo de recados ella sola y de la que poco se conoce, más que lo que ella cuenta y quiere hacer creer al resto.
Rynn entabla, de una manera bastante curiosa y siniestra a la vez, una bonita amistad con el mago Mario, quien se convertirá en su mejor amigo bajo el prisma de la candidez e inocencia de unos niños que comienzan a descubrir la amistad por primera vez.
Y es que, a pesar de ver unos comportamientos no acordes con su edad, hasta que no entra en acción Mario no es cuando por fin comienzan a salir los resquicios de esa niña de 13 años que lleva dentro.
Y, por si fuera poco, termina entendiéndose muy bien con el agente Miglioriti, una especie de aliado que la ayudará a empoderarse y a enfrentarse a quien corresponda.
Una protagonista cuya inteligencia traspasa las páginas y hará que te inquietes y que tu cabeza explote. Y es que la manera en que Rynn habla con las personas del pueblo que la cuestionan por hacer algunas ‘cosas de mayores’ por ella misma harán que nos replanteemos los límites de la independencia y la juventud. Una niña lo suficientemente madura como para no permitir que le digan cómo tiene que vivir.
Estoy seguro de que cualquiera que se lea esta magnífica obra se habrá quedado tan dubitativo como perplejo tras el manejo de una inteligencia desorbitada y desbordante durante toda la narración.
No obstante, al finalizar el libro, seguramente te preguntes ¿Fue realmente tan inteligente? Y llegarás a retorcerte en cierta medida porque querrás descubrir más y se te habrá quedado cortísimo.
Esta obra se me antoja como un cuento para ser leído tantas veces como queramos. Como esa peli Disney que siempre quieres ver. Seguro que todos tenemos libros que volveríamos a leer una y otra vez y que sabemos que siempre nos van a gustar.
Una ambientación de la historia un tanto oscura y siniestra, perversa e inquietante, incómoda y tenebrosa. Prácticamente toda la acción se desarrolla dentro de la casa donde vive.
Claro ejemplo de que con un personaje principal y cuatro secundarios se puede crear una obra que te remueve y que hará que no puedas parar de leer hasta el final, gracias a la pluma de Laird y, en este caso, a la traducción de Jon Bilbao.
‘La chica que vive al final del camino’ es una obra que vio la luz en 1973 y que, gracias a su adaptación al cine en 1976 (protagonizada por la gran Jodie Foster), Koenig recibió una nominación a los Saturn Awards. Antes de publicar esta novela, Laird Koenig publicó su primera gran obra en 1970, ‘The children are watching’ que también fue llevada al cine.
Un súper clásico que, hasta el momento, no había tenido ocasión de leer. Una obra que recae en mis manos gracias a la magnífica labor que hace (como siempre) la Editorial Impedimenta que, una vez más, logra su misión de descubrirme nuevas obras, géneros y lecturas.
‘(…) Ninguno dijo nada. Luego me tomó de la mano y salimos al jardín. En voz baja me dijo que yo era diferente al resto del mundo y que algunas personas no lo comprenderían. Que no querrían que fuera como soy. Que querrían hacerme cambiar’
La chica que vive al final del camino, Laird Koenig