La otra bestia de Ana Rujas
por Rubén J. Olivares
La poesía contemporánea está copada de jovencísimos autores con miles o decenas de miles de lectores que escriben libros de versos apoyándose en las redes sociales y otras plataformas de difusión, digitales o televisivas. Estos jóvenes poetas logran conectar rápidamente con sus lectores, quizás porque saben cómo emplear el lenguaje de las redes sociales, porque dominan el mismo argot que el público al que se dirigen o porque comparten sus mismas inquietudes generacionales. Supongo que realmente es una suma de todos los puntos mencionados anteriormente. Todos estos autores suelen compartir un mismo rasgo, como es la capacidad de transmitir, sin apenas una reflexión profunda sobre el uso del lenguaje, los sentimientos y experiencias más íntimos y profundos del ser humano, aquellos de los que llevamos escribiendo desde el mundo literario y filosófico desde que inventamos el lenguaje escrito – amor, odio, amistad, deseo, muerte, etc.- todos ellos enfocados desde un lenguaje que no se deja constreñir por las directrices que la poesía y la literatura suelen marcar como adecuados para el desarrollo de una obra literaria.
En esta línea de descubrimiento de nuevos poetas – en este caso poetisa – tenemos esta semana el libro de “La otra bestia” de Ana Rujas, quién se estrena en el mundo literario con este poemario, expandiendo su creatividad más allá de su rol de actriz y co-creadora de series. Quienes no le hayan puesto aún cara lo harán cuando sepan que Ana Rujas es la protagonista y co-creadora de la serie “Cardo”, además de haber actuado como actriz en múltiples obras de teatro, como “¿Qué sabes tú de mis tristezas?” o “La mujer más fea del mundo” y de cine, en películas como “Diana” y haber trabajado en el mundo de la moda.
La poesía es el género literario que más desnuda el alma y las emociones de su autor. Escribir en verso nos arrastra a desnudar nuestras emociones y nuestro yo, aunque nos resistamos. Eso es lo que encontraremos en este poemario, una obra muy íntima y personal, repleta de reflexiones con las que es fácil empatizar, pues las inquietudes de su autora son compartidas por toda su generación, quienes se sentirán irremediablemente identificados con sus versos. Confieso que admiro de Ana Rujas su capacidad para desnudarse ante el lector y dejarnos hurgar en sus pensamientos más íntimos, incluso en las heridas emocionales que todos llevamos dentro pero que no siempre estamos dispuestos a mostrar. En su lenguaje alternamos los versos con la prosa, pero ello no resta ápice a la lírica y emotividad de sus escritos, en los que también hay espacio para un lenguaje más directo, crudo, mordaz y cortante.
En este poemario el lector descubrirá a la Ana Rujas que se esconde tras la actriz y sus personajes. Es un billete hacia el encuentro de la Ana Rujas más íntima, vulnerable y cercana que podemos hacer. “La otra bestia” es la crónica de cuatro de años de reflexiones, vivencias, emociones y experiencias personales que la autora ha ido plasmando en forma de diario, unas veces en verso, otras en prosa. En ella encontraremos pensamientos crudos, confesiones de una mujer que desnuda sus ideas y las lanza como dardos contra ese particular diario electrónico que es el smart phone. Este particular diario se divide en siete secciones en las que podemos ir viendo la evolución de los diferentes estados de ánimo por los que transita Ana Rujas a lo largo de los años que dieron luz a este libro, plagado de referencias filosóficas, pintores y por supuesto escritores como el inclasificable Houellebecq o Angélica Liddell entre otros autores, lo que pone de relieve el amplio y profundo bagaje cultural a partir del que Ana Rujas ha construido su carrera como actriz y que ahora plasma como escritora.
Enfrentarse al reto de la hoja en blanco – o la pantalla parpadeante – es un ejercicio que requiere de valor por parte de aquel o aquella que siente la necesidad de romper la pureza del blanco folio. Aquellos que se lanzan a la misma suelen hacerlo, como es el caso de Ana Rujas, por la necesidad de dar libertad a aquellos pensamientos y vivencias que se agolpan en nuestro corazón y que amenazan con asfixiarnos si no les damos una salida. En “La otra bestia” encontramos un compendio de emociones, reflexiones y pensamientos íntimos con los que es imposible no sentirse identificados, pues todos hemos experimentado emociones similares alguna vez, al tiempo que nos dejamos atrapar por las sensaciones que nos transmiten, pues este libro es como leer, con el permiso de su autora, un diario íntimo de los deseos, frustraciones e inquietudes de Ana Rujas. Su lectura puede dolernos, ayudarnos a sanar heridas que compartimos o darnos un vuelco al corazón y sorprendernos con un súbito canto de alegría. Cada poema, cada reflexión en prosa de los que componen este libro son puñetazos dirigidos a la boca del estómago, pinchazos en el corazón con los que disparar las emociones que pueblan nuestra mente.
Ana Rujas comparte con otros autores de la generación millennial y centennial un estilo directo, desnudo, carente de artificios o excesivas figuras retóricas, que abandona la métrica o la búsqueda de la musicalidad a través de la rima o la construcción de un ritmo interno en cada uno de sus versos, autores que apuestan por un estilo poético propio, caracterizado por temas centrados en la cultura popular, las pulsiones del cuerpo, el deseo, las vivencias diarias, el abandono de la lógica del discurso, la injertación oral de un lenguaje propio que bebe de las redes sociales o la dimensión performativa de un estilo literario que rompe con los de anteriores generaciones de poetas. Si este estilo está llamado a labrarse un hueco en el panteón de poetas y literatos españoles sólo el tiempo lo dirá. Lo que sí está claro es que es un estilo que conecta con el lenguaje y las inquietudes vitales de las nuevas generaciones, por lo que es de aplaudir la iniciativa de Ana Rujas y otros autores contemporáneos que han decidido dar el paso y publicar sus obras, pues conectan con una generación de lectores que quizás, de otro modo, no abandonaría las pantallas para leer poesía.