Oriente de Manuel Gutiérrez Aragón
por José Luis Romero González
Desconocía la obra escrita de Gutiérrez Aragón. Había ojeado «La vida antes de marzo» y escuchado una buena crítica radiofónica de «Gloria mía». He disfrutado con su extensa obra cinematográfica desde «Habla mudita», … Y admiro/envidio su actividad intelectual cuando se halla en la octava década de existencia. Enhorabuena, maestro
Como cofrade reconozco el alto valor de su documental «Semana Santa en Sevilla» y como lector asiduo de José Luis Sampedro me agradó que M. G. A. ocupara el sillón, F, al fallecimiento del autor de «La sonrisa etrusca». Por cierto que en su discurso de ingreso en la R.A.E. en el 2016 evidenció su búsqueda creativa de quien llegase a Madrid dispuesto a estudiar periodismo: «En busca de la escritura fílmica»
El título de esta colección de ocho cuentos, «Oriente», es un emocionado homenaje a su origen familiar cubano (“Cosas que dejé en La Habana», es una de sus comedias dramáticas cinematográficas) y encabeza una de las narraciones de la obra donde entrega la palabra a su abuela -contadora de cuentos- para que narre sus amoríos de jovencita. «Cien años antes, en Cuba, el día de San Alfonso era el señalado para festejar el santo del Rey Niño; se ofrecía un baile de gala…»
Los temas de los relatos son totalmente diversos. Desde una continua Sesión de cine, con la sala ocupada por prostitutas, homosexuales, onanistas,… en pleno centro de Madrid y en la que se encuentra presente Azorín… A una representación operística en el madrileño Teatro Real que se convierte en un encierro en plena oscuridad (escrito durante la pasada pandemia)… A un cielo sevillano lleno de animales marinos… Al proyecto de una película sobre el profeta Mahoma financiada por un rico país árabe…
Terminó con el primero de ellos, publicados por @anagrama, titulado «El matemático». Gutiérrez Aragón nos habla de su amigo Raimundo, un compañero de instituto que cada final de curso dejaba de asistir a clase para retornar a la explotación ganadera de sus padres. (Como exprofesor de matemáticas coincido con las frases del estudiante protagonista dotado para esta materia: «Operar con los números no es difícil si se tiene paciencia»). Este relato – por su final- me hizo recordar a de mi amigo «El Bolas». Gordito y de cabeza redondita, de ahí su alias. Siempre musitando una melodía. Su preferida era Pregheró de Celentano. Enfermó de algo raro, decíamos por nuestro desconocimiento. Fuimos a verlo a su casa varias veces. Le habían regalado una guitarra eléctrica, tocaba en la cama y entonaba la canción del italiano. Murió con 16 años de cáncer de esófago. Habíamos envidiado su suerte, su «potra», y la generosidad de sus padres… hace sesenta años. Os ruego, amigos, que disculpéis este entrañable pensamiento.
Buenas narraciones que pudieron ser plasmadas fotograma a fotograma pero que M.G.A. ha preferido presentarnos -para nuestro deleite- palabra a palabra.