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Perras de reserva de Dahlia de la Cerda. 

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por Vanessa Díez Tarí

Perras de reserva

Perras de reserva

El que guarda siempre tiene, decía mi abuela. Una vida de lucha y carencia en una casa de mujeres. Salió a trabajar a casa de amo muy niña y después al campo o como limpiadora en la vejez. Hambre y sacrificio. La pobreza y la desgracia tiene piel de mujer. Y no hay tanta diferencia entre aquí o allá, al menos en aquella parte la huesera las recuerda en historias y aquí no se menciona, se calla como si no hubiera sucedido, así se repite una y otra vez. Como si morir a manos del marido, padre o amante fuera casi gratuito. Matar a una mujer no vale nada, porque si así fuera nos sentiríamos seguras de madrugada y no miraríamos hacia atrás apretando el paso hasta llegar a lugar seguro. Como si morir envenenada abortando fuera pecado. Calla. Silencio. Que después todo se sabe.

La violencia y el embarazo no deseado han sido los grandes males de la mujer. El cuerpo femenino arrastra a la depravación y de ella sigue siendo la culpa. «Perras de reserva» de Dahlia de la Cerda empieza con un golpe duro al útero, pues «Perejil y Coca-Cola» nos habla de aborto y pobreza. Una mujer que se queda embarazada y se toma unas pastillas clandestinas y sola vive el amargo proceso. Con el peligro y riesgo para la propia mujer. «Yuliana» es amistad y lealtad hasta en el más allá. «Que Dios nos perdone» son unas mujeres solas que deben defenderse de un asalto en su casa. «Constanza» es la hermana de la muerta que se embebe de violencia. «Dios no hizo el paro» es una mujer que sale adelante en la miseria. «La china» de mujer maltratada a sicaria y comando especial. ¿Cómo termina una mujer torturando, decapitado y asesinando? Plata y plomo. La perra vida descontrolada y al límite. «Rosa de Sarón» es una viuda creyente que el demonio domina y pide muerte. «Regina» nos cuenta su última noche. «La sonrisa» es la lucha por un futuro mejor. «Lentejuelas» es la noche de una mujer encerrada en el cuerpo de un hombre. «Culo de paja» es una de brujas y santeras. «La huesera» recoge las historias de las muertas para que no caigan en el olvido, porque lo que no se cuenta no ha sucedido. Y cada una nos cuenta una parte de la historia y juntas la completan, porque todas somos parte de la misma violencia y ninguna está libre de caer.

Violación. Empalamiento. Desgarre vaginal. Pezones mordidos. Apuñalamiento. Descuartizada. Asfixiada. Quemada. Estrangulada. Cadáver desnudo de mujer. Torturada. Quemada viva. El asesino era un conocido. Esposo, amante, padre, hijo, hermano. El amor mata. Cuchillo clavado en la vagina. La mató porque estaba embarazada. La mató porque quería abortar. La mató a golpes. No existe un cuarto propio. *

«Perras de reserva» de Dahlia de la Cerda está escrito desde la entraña candente, visceral y sin paños calientes. Su lenguaje callejero te adentra en los sórdidos agujeros donde malviven muchas de las mujeres de estas historias que salen adelante a base de lucha y corage con hombres que no las defienden si no que las pisotean o frenan, aunque sean pareja o padre. Solas se endurecen y luchan en la dura vida que les ha tocado vivir. Y cuando no sobreviven, no son víctimas, si no que claman venganza y la ejecutan o tienen a alguien que las vengue en su nombre.

* Inspirado en La Huesera.

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