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Puro terror: momentos estelares del género de Enrique Agudo

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por Ana Olivares

Puro terror. Momentos estelares del género de Enrique Agudo.

Portada del libro «Puro terror. Momentos estelares del género de Enrique Agudo» por letrasenvena.com

¡Adictos al miedo!

 

Halloween se acerca y con ello la necesidad de recrearse en el miedo. Por eso os presento “Puro terror” de Enrique Agudo, una invitación para recorrer los momentos míticos y más horripilantes que marcaron la historia del séptimo arte. Nos ponemos en la mano de un experto para que nos recomiende y recuerde las mejores películas de terror de todos los tiempos. No faltarán datos relevantes, anécdotas macabras y escenas icónicas que nos demostrarán una vez más, que el miedo siempre encuentra recovecos por los que colarse en nuestras vidas; y si al menos somos capaces de disfrutar con ello, mejor que mejor. Esa sensación atípica en la que sentimos un pinchazo en la nuca y de repente se nos ponen los pelos de punta, es el paso previo a los escalofríos que nos provocará adentrarnos entre sus páginas. Y pese a que muchos y muchas pensarán que ya lo han visto todo, es una suerte poder contar con la mirada crítica de amante cinéfilo, ya que aprenderemos cosas nuevas y nos desvelará secretos que no hubiésemos sido capaz de desvelar por nuestra cuenta.

De la mano de Enrique Agudo realizamos un viaje por el cine de terror a lo largo de sus diferentes etapas, desde “El terror clásico” de Nosferatu (1922), Drácula o Frankenstein (1931) o La plaga de zombis (1966) y Las Brujas (1966), asistimos a la “Locura expresionista” con el Gabinete del Dr. Caligari (1920), una corriente que comenzó a trasladarse al cine y al teatro. Ya con “El desamor monstruoso” de La novia de Frankenstein (1935) se saca partido a la escena y comienzan a darse temas científicos y de cierta profundidad psicológica bajo el marco del miedo. “El arte de lo real” lo encontramos en La parada de los monstruos (1932), y ese miedo a las personas que son diferentes. “La erótica de la sangre” con Drácula (1958), nos ofrece una nueva mirada en la que el vampiro ahora muestra sus colmillos y la sangre comienza a brotar a borbotones en la pantalla consiguiendo una nueva forma de atraer al público. En la década de los sesenta, Psycho (1960) de Alfred Hitchcock marca “La era del miedo psicológico”, en la que la mítica escena de la protagonista en la ducha pasará a la historia. Ya en “Miedo invisible”, destacamos como película de casas encantadas por excelencia The Haunting (1963), de la que todos conocemos el remake La Guarida (1999). Y es que todo tiene un origen, como el miedo a los cuervos de Los pájaros (1963)  – me permito llamarlos cuervos porque la vi de pequeña y me traumatizó -, así los veía yo cuando aluciné con esta película. De nuevo de la mano de Hitchcock aprendemos lo que es que se te meta una escena en la cabeza y no la puedas soltar. Sin embargo, una de mis favoritas es La noche de los muertos vivientes (1968), a pesar de ser en blanco y negro, ya anunciaba que el “cine gore” o “de clase B” iba a ser dominante en la década de los setenta, en la que el rojo de la sangre brotaría por doquier y las escenas amarillentas de cámara captarían nuevos monstruos que calarían hondo entre el público. The Exorcist (1973), y su famosa frase: “¿Has visto lo que ha hecho la cochina de tu hija? …La cerda es mía!”, hubo hasta una canción tecno en los noventa si no lo recuerdo mal. Aquí surgieron maravillosas ideas que alentarían sagas enteras. Fue el caso de Jaws (1975) -aquí traducida como Tiburón, donde eran estos bastos animales los que se encargaban de comerse a los bañistas, o Halloween (1978) de Jonh Carpenter, otro director genial que elevó a la fama a uno de los personajes más icónicos que conocemos, Michel Myers; al igual que con Viernes 13, que mantenían en común esa estética desconcertante en el malo de la película. En esta época se crearon las mejores ideas de cine fantástico y de terror que podamos recordar, como Alien (1979) de Ridley Scott. Fue impactante la forma en la que aquel bicho salió del pecho de uno de los personajes del filme.

En los ochenta -perdonadme por lo que voy a decir- predominó el cine cutre, quizá como bien se nos explica aquí más ambientado al publico joven. Películas como La cosa y Poltergeist (1982), Pesadilla en Elm Street (1984), Posesión Infernal (1980) o Hellraiser (1987) pasarían a convertirse en iconos del cine de terror del momento.

Ya en la década de los noventa, dio paso a otro estilo dentro del cine de terror en el que las franquicias tendrían mucho que aportar para conseguir los millones de seguidores leales que encumbrarían sus nuevas producciones. Aquí encontramos cierto equilibrio en cuanto a miedo y estética y en cuanto a trama y acción. Títulos como El silencio de los corderos (1991), Tu madre se ha comido a mi perro (1992), Drácula de Bram Stoker (1992), Candyman (1992) o Entrevista con el Vampiro (1994), Seven (1995) o Scream, vigila quien llama (1996); Sé lo que hicisteis el último verano (1997) o el Sexto Sentido (1999) marcarían el siglo XXI. Y es que ese caníbal que se comía a sus víctimas y de paso traumatizaba a quien se le antojara; o ese Dracul romantizado que nos roba el corazón mientras se alimenta de la sangre de sus víctimas, que posteriormente se sexualizaría como vampiro con alma, y que idealizaría a estas criaturas hasta la saciedad, apareciendo hasta en series adolescentes de media tarde. Todo un fenómeno que se demuestra de forma distinta en el Sexto sentido, donde es un niño quien es aterrorizado día y noche por su don, y por esas almas en pena que se niegan a marcharse sin antes resolver lo que deben. O una forma de paganismo salvaje y terrorífico en forma de grabación casera que supuso El proyecto de la bruja de Blair (1999). Ya en las décadas del dos mil, encontramos filmes como The Ring (1998), que impulsó una ola de terror asiático. En España tenemos grandes ejemplos, como El día de la bestia (1995) de Alex de la Iglesia -con una banda sonora de escándalo- o Los otros (2001) de Alejandro Amenábar; Los sin nombre (1997) o El Orfanato (2007) entre muchas otras; sin embargo, fue REC (2007), con su forma de grabación en directo quien lidera o se suma al carro del cine independiente de terror que causó furor. En este sentido, tenemos The Descent (2005), remakes como El Amanecer de los muertos (2004) o secuelas de franquicias como Saw (2004) o Destino Final (2000). Sin olvidarnos de 28 días después (2002), La Bruja (2015), Hereditary (2018) o El Expediente Warren (2013) entre otros. Y nos despedimos con el rey del terror, Stephen King, ya que la mayoría de sus novelas fueron adaptaciones cinematográficas que marcaron este género en los siglos XX y XXI: El resplandor (1980), Cujo (1983), Carrie (1976) o It (1990) que haría que todos los niños y niñas odiasen a los payasos.

Y pese a que esta solo es una selección de las mejores películas de terror, los amantes del género sentimos que aún está por llegar esa obra maestra que nos mantenga en vilo por las noches y nos deje ese sabor amargo; ese eco constante que amenaza cuando estamos en silencio, siempre alerta de un posible ataque sigiloso o a una aparición fantasmal o algo que nos recuerde que aún estamos vivos. Mientras tanto, no dejaremos escapar la oportunidad de revivir ese mal trago morboso y espeluznante que nos sumirá en el camino de la oscuridad guiados por “Puro terror”.