Una habitación propia de Virginia Woolf
por Lara Vesga
Dinero y una habitación propia. Esos son los dos requisitos que Virginia Woolf (Reino Unido, 1882 – Reino Unido, 1941) veía como básicos para que una mujer pudiera dedicarse a la literatura en los tiempos que a ella le tocó vivir. “Las mujeres han tenido menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres, por consiguiente, no han tenido la menor oportunidad de escribir poesía”, decía.
En un ensayo que no es sino un alegato feminista en toda regla, publicado por primera vez en 1929, la escritora británica aboga por la independencia económica y personal de las mujeres empleando para ello un discurso afilado y mordaz que a pesar de las decenas de años transcurridos no ha perdido sin embargo un ápice de actualidad.
En una preciosa edición en tapa dura e ilustrada por María Hesse, Una habitación propia, obra icónica y de referencia del feminismo y lectura breve pero clave para todos los lectores, especialmente las mujeres y especialmente aquellas interesadas en dedicarse a la literatura como oficio, Woolf trata temas que aún a día de hoy generan fuertes debates, como la dependencia económica, la carga de las labores domésticas y del cuidado de la familia y la poca presencia de la mujer en determinadas esferas de la sociedad.
La autora de La señora Dalloway nos insta a desligarnos de nuestra condición de hombres o mujeres a la hora de escribir novelas. Para ella es indispensable que el escritor o escritora esté por encima de su género. “Es fatal para el que escribe pensar en su sexo. Es fatal ser un hombre o una mujer pura y simplemente; hay que ser viril-mujeril o mujer-viril. Toda la mente debe estar abierta de par en par y así tendremos la certeza de que el escritor está comunicando su experiencia con plenitud perfecta. Tiene que haber independencia y tiene que haber paz”.
Necesario, inolvidable y plenamente vigente, el clásico Una habitación propia nos ofrecerá la inteligente reflexión de Virginia Woolf sobre dos de los temas que más le apasionaban: las mujeres y la literatura.