Cochabamba de Jorge F. Hernández
por Lara Vesga
Quien más quien menos conoce a alguien que considera que su vida bien podría ser materia de novela. Y si no conoce a alguien así, es que es él o ella misma quien lo considera. En mi caso era mi abuela quien solía decir que su vida daba para escribir un libro o una saga de ellos, y solía tirarme a mí la indirecta más bien directa, a sabiendas de que era la única en la familia que había salido con la vena escritora. Mi abuela ya murió hace unos años sin ver un libro sobre su vida, y aunque yo tenga en mente el proyecto, lo cierto es que el tiempo pasa sin llevarlo a cabo. Algo similar a lo que le ocurrió al escritor y librero Jorge F. Hernández (Ciudad de México, 1962) con Cochabamba.
Un amigo le hizo a Hernández la petición de escribir una novela sobre la vida de su madre. Catalina, nacida en Cochabamba e hija de un potentado boliviano, oligarca adinerado y símbolo de la tiranía patriarcal, no había tenido, desde luego, una vida al uso. Cuando era tan solo una adolescente en ciernes y después de haber recibido su padre la pedida de mano de su hija por parte de un humilde chico profundamente enamorado de su hija, el matrimonio y Catalina hizo las maletas para irse bien lejos de los pretendientes. Tan lejos como a París.
Allí Catalina comenzará una vida pícara y noctámbula de lujos y bailes en los que se codeará con la jet set de la época, como Coco Chanel, Édith Piaf y Albert Camus. Y todo ello pese a la vigilancia por turnos de sus hermanos, que se relevan viajando desde Cochabamba para controlar a la princesa de la casa.
Parece un rumboso cuento de hadas, pero Cochabamba es un relato enteramente verídico, aunque no deje de ser una novela con sus múltiples recursos ficticios y no una biografía común. Esta potente historia de amor contada como una larga sobremesa y narrada y narrada durante veinte años, llega ahora finalmente a plasmarse en papel y tinta con un ritmo que conquista y enamora, que sugiere y que da rienda suelta a la imaginación y en la que, a modo de notas a pie de página, ocupan parte importante los comentarios y sugerencias de quienes oyeron el relato durante dos décadas.