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Dos sherpas de Sebastián Martínez Daniell

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por Rubén J. Olivares

Dos sherpas de Sebastián Martínez Daniell

Dos sherpas de Sebastián Martínez Daniell

Si nos dejamos guiar por el título y la portada del libro pensaríamos que estamos ante un libro de viajes o de aventuras en el exótico Nepal. Dos sherpas, dos montañeros que han hecho de acompañar a turistas en el ascenso a la pirámide del mundo, la cima del Everest, su sustento vital. Todo parece cuadrar por el título y la portada, excepto que estamos ante un libro de «Jekyll & Jill» y quienes conocemos este editorial sabemos que siempre nos aguarda alguna sorpresa cuando abrimos sus páginas.

Este libro empieza con una sencilla frase que encierra una historia absorbente. “Dos sherpas están asomados al abismo”. Como en el cuento de Monterroso, una sola frase nos invita a dejar volar nuestra imaginación y a dejarnos transportar por una historia cuya narración resulta poco convencional. Sebastián Martínez Daniell condensa alrededor de esta poderosa imagen la vida de sus dos protagonistas y de la propia montaña, convertida en una peligrosa atracción turística por la que transitan miles de escaladores aficionados que desean presumir de una hazaña construida a partir del trabajo de miles de porteadores anónimos que ejercen de guías y de “animales humanos de carga”. En esta poderosa imagen del abismo helado en la que yace el cuerpo de un turista inglés que se ha precipitado al vacío, abrazado por el helado tacto de la montaña y la muerte, sirve de MacGuffin literario para servirnos una historia que atraviesa los prejuicios, miedos y ambiciones que rodean la romántica idea de escalar el Everest y que esta historia desnuda, mostrándonos la miseria, la masificación y el negocio que se ha generado alrededor de este entorno natural.

Las novelas de «Jekyll & Jill» siempre guardan agradables sorpresas para los lectores que se acercan a esta editorial. Servidor hace tiempo que se aficionó a las mismas y devoro con avidez cualquier historia que nos presentan. «Jekyll & Jill» es sinónimo de literatura, de buena literatura, de literatura que exige al lector que se involucre con el libro que está leyendo, que se deje sorprender por las propuestas que sus autores nos presentan. “Dos sherpas” es un ejemplo de esta apuesta, del amor por una literatura que busca escapar del fast food literario, que arriesga al dar voz a autores que escriben con un lenguaje propio, que no temen desdibujar las fronteras entre géneros literarios, que buscan que las imágenes, los juegos de palabras y los personajes que recrean hablen por sí mismos, una novela que se suma a un catálogo monumental con la que arranca la nueva apuesta de esta editorial, la colección Pool Access de la que esperamos siga deparándonos sorpresas tan gratas como este libro.

Lo que atrapa de esta novela y la distingue de otras es la construcción de un texto a partir de la bifurcación que nos plantea desde el inicio Sebastián Martínez Daniell. Todo parte de una trágica anécdota – o al menos así lo viven sus protagonistas –, como es la muerte de un turista inglés que ha perecido en el Everest. Ante un hecho aparentemente trágico y dramático, el autor nos propone un viaje introspectivo a través de la vida de la figura de dos personas poco acostumbradas a ser los protagonistas de las historias que giran alrededor de esta montaña y su ascensión, como son dos sherpas anónimos – en ningún momento sabremos sus nombres – y la propia montaña. Tenemos tres historias que parten de la muerte de un turista inglés y que se alejan de la misma tangencialmente. Dos narraciones, dos evocaciones de la memoria de los sherpas, de los que sabemos que uno es “el sherpa viejo” y el otro “el sherpa joven”, de quienes iremos reconstruyendo su vida a lo largo del libro y una tercera narración que se centra en la historia de la montaña, en la mística y el romanticismo que gira alrededor del deseo de conquistarla, en la que se traza el origen de este deseo de doblegarla que nace en el s. XIX y que ha derivado en la turistificación de la misma y en los problemas que los porteadores nepalís padecen, fenómeno que el autor denuncia con acierto, desmitificando la idea del montañero solitario que asciende hasta la cima del mundo con su propio esfuerzo.

A partir de aquí Sebastián Martínez Daniell va reconstruyendo la historia de la montaña y de los dos protagonistas anónimos de esta historia. En la novela no ocurre propiamente nada, no existe la acción más allá del inicio de la misma. La muerte del turista inglés y la contemplación impávida e impotente de los porteadores que le acompañaban parecen haber congelado cualquier movimiento. Pero realmente este tiempo suspendido es una invitación a iniciar un viaje introspectivo hacia la historia de la montaña y los recuerdos de estos protagonistas anónimos. La acción, el movimiento, la narrativa giran alrededor de la memoria de estos personajes. Todo se halla anclado en el pasado. La narración fluye a lo largo de los recuerdos de los dos porteadores y de la historia que tejieron a partir de la montaña. El libro es un monólogo interior, una exploración anclada en la reconstrucción del pasado de estos hombres que nos muestran las inquietudes de los mismos y nos devuelve su mirada.

El más joven de los sherpas sueña con alejarse de la vida de porteador. Anhela acudir a la universidad, cursar una carrera, labrarse un futuro que le permita volver a su tierra y ofrecer un futuro alternativo a su pueblo lejos del trabajo de porteador, de “animal de carga humano” para divertimento de los turistas. Mientras sueña con su futuro en la universidad, actúa en una obra de teatro, siendo parte del elenco escolar que representa el “Julio César” de Shakespeare. Un personaje que contrasta con su otro compañero por la seguridad, la fortaleza y el rumbo claro y fijo que parece haberse construido para guiar su vida. En oposición hallamos al sherpa viejo, un extranjero que ansía volver a casa, deambular por aquel espacio que es su reino particular, quien desgrana a través de sus recuerdos las dudas que su vida le genera. El sherpa viejo, quizás por la edad, quizás por su condición de extranjero, nos atrapa desde el inicio por los fantasmas que habitan en él. Este hombre, que acaba de perder a un turista inglés que le había confiado su vida, rememora de nuevo cada una de las pérdidas sobre las que se ha construido su vida, la pérdida de personas importantes que ha dejado escapar por la actitud dubitativa que presenta frente a la vida, por la sensación de desidia con la que parece afrontar las relaciones personales.

«Dos sherpas» se construye a partir de una narrativa fragmentaria con una trama mínima, en la que la acción se sustituye por el viaje introspectivo, por los saltos fragmentarios de la memoria de sus protagonistas y la reconstrucción de la historia de la conquista del Everest, una narración que como los recuerdos y la historia, se presenta en ocasiones disgregada y sin una aparente continuidad narrativa, lo que queda compensado por la relación de complicidad que se establece entre el lector y la novela, quien se deja abrazar por las sensaciones, formas o silencios que rodean la narración, a la montaña y la vida de estos porteadores, todo ello a través de un lenguaje que transita de la narración periodística cuando rememora hechos históricos entorno a la montaña, hasta el lirismo y la filosofía que emergen en algunos de los recuerdos y reflexiones de los sherpas. Hay motivos más que suficientes para acercarse a la lectura de esta novela, original por su planteamiento y brutal por las reflexiones que nos provoca tras su lectura respecto al trato que damos a la naturaleza y la mirada condescendiente que a menudo tenemos desde Occidente del resto del mundo.