Juan Caballero de Luisa Carnés
por Lara Vesga
No recuerdo si en mis libros de texto de Lengua y Literatura del instituto se nombraba a Luisa Carnés al hablar de la Generación del 27. No los conservo y no puedo comprobarlo, pero apostaría a que no se la mencionaba o, de hacerse, sería simplemente de pasada. Para sorpresa de nadie, Literatura, que no Lengua, que siempre se me hacía bola con sus sintagmas y sus morfemas, era mi asignatura favorita y sé que, si Luisa Carnés hubiera aparecido entre Federico García Lorca, Pedro Salinas, Jorge Guillen, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Rafael Alberti, Miguel Hernández y el resto de componentes de la generación, me acordaría.
No debería, sin embargo, tomárselo la autora, si es que aún viviera, como algo personal. No se la ninguneó por ser ella, se la ninguneó por ser mujer. O si no, vuelva el lector que antes no se hubiera percatado al final del párrafo anterior y podrá comprobar que en esa carrerilla de escritores no hay ninguna mujer. Aunque cierto es que al menos donde yo estudié sí nos hablaron de María Zambrano. Pero era la que daba nombre al instituto, así que solo faltaba que la hicieran el vacío en clase.
En fin, de todos modos es mejor tarde que nunca y la verdad es que ha sido un auténtico gustazo leer a Luisa Carnés (Madrid, 1905 – México, 1964) en este momento vital en el que trato de rodearme de las voces femeninas que me faltaron de niña y de adolescente. También de relatos de la guerra civil y de la posguerra del bando republicano, y, ¡bingo!, la autora aúna todo ello en Juan Caballero, un emocionante ejercicio de memoria democrática realizado en un momento en el que aún los exiliados confiaban en que terminada la II Guerra Mundial, los Aliados les ayudarían a desbancar a Franco.
La también periodista escribió esta novela en México, lugar al que se exilió. En ella, Juan Caballero comanda una partida guerrillera que tiene en jaque a las autoridades franquistas de la serranía andaluza. En una de esas aldeas vive Natividad Blanco, esposa del jefe de la Falange y nuera de alcalde impuesto tras la guerra, un tipo cruel y abyecto al que llaman Patas Cortas y que supo medrar a costa del triunfo del bando franquista. Pero Nati no es como ellos, porque nunca ha querido a su marido y nunca se ha sentido parte de los vencedores. Por eso, la noche en que la partida de Juan Caballero baja a su aldea para atacar un convoy militar, decide que es el momento perfecto para romper con su destino.
Con una prosa limpia y emocionante que desprende verdad y que consigue romper la frontera espacio-temporal que nos separa de ese momento terrible de la historia de España, Carnés logra que nos llegue alto y claro su denuncia de la injusticia y la desigualdad y que nos empapemos del miedo, la carestía, los rencores y las ilusiones perdidas que sufrió la España de posguerra. Carnés era de las escritoras que pensaban que la literatura podía cambiar las cosas y por eso llamaba a los lectores a no permanecer inmóviles ante la miseria y el dolor, narrando una versión de la historia, opuesta a la difundida oficialmente por los vencedores, de la que se nos ha privado durante décadas.
Por necesidad, por justicia, y si no, simplemente por gusto, porque lo es, todo el mundo debería de leer a esta olvidada autora cuyo nombre se ha pretendido borrar de la Historia.