Las chicas al frente. La verdadera historia de la revolución Riot Grrrl de Sara Marcus.
por Rubén J. Olivares
Haz una prueba. Pregunta a tu círculo de amigos/as a qué les suena “riot grrrl”. Probablemente obtendrás respuestas muy variadas. Para algunos – los más entendidos, no nos engañemos – el término les remitirá a fanzines, Doc Martens, grupos de punk, feminismo, medias de rejilla, Bikini Kill, Kathleen Hanna y la palabra “slut” escrita en su estómago. Otros te dirán palabras como feminazi, locas de mierdas, descarriadas o antisistema. Y quizás, la mayoría, haga simplemente una mueca de desconcierto e ignorancia, como si les preguntaras por la poesía en lengua tagala del s. XVII.
Lo cierto es que el fenómeno “riot grrrl”, aunque tiene un poco de todo lo anterior, trascendió el feminismo y la escena underground en la que nació para convertirse en un movimiento propio que revindicaba el poder y el derecho de las chicas para divertirse y ser tratadas como unas más, un movimiento que acabó moldeando a toda una generación de mujeres, empoderándolas y sin el cual no se entendería gran parte del feminismo más actual que representan las mujeres de esa última ola feminista, ese feminismo que revindica el derecho de las mujeres a cogerse una buena cogorza y no por ello ser culpables de que algún mamón trate de abusar de ellas, ese feminismo que revindica el derecho de cualquier chica a conquistar los espacios públicos sin tener que ser cuestionada por ello, ese feminismo que defiende el derecho de las chicas a decidir con quién quieren disfrutar su sexualidad, ese feminismo, en fin, que tan nervioso pone a algunos hombres y cabrea hasta el extremo a otros porque sienten que han perdido el control sobre las mujeres y hasta resulta molesta a otras feministas más conservadoras – porque sí, existe el feminismo conservador de “señoras bien” –.
Escribir un ensayo que sea capaz de recoger el espíritu que dominaba el movimiento “riot grrrl” y como moldeó y sentó las bases de toda una generación y del nuevo feminismo es una tarea tremendamente intimidante que, como sociólogo, no me vería capaz de abordar. Afortunadamente Sara Marcus nos ha ahorrado el trabajo y con un buen par de ovarios ha hecho frente a este reto con un profundo y exhaustivo ensayo sobre el movimiento “riot grrrl” centrado en el país que vio nacer este movimiento, los EE. UU., y que ha plasmado en su libro “Las chicas al frente. La verdadera historia de la revolución Riot Grrrl”.
La década de los años 80 y 90 del pasado siglo fue una época socialmente convulsa, especialmente para las mujeres y chicas que estaba hasta el moño del machismo imperante incluso en aquellos espacios que, por su carácter alternativo y antisistema, deberían haber estado libres de esta plaga. No obstante, el punk y otros escenarios musicales alternativos estaban dominados por tíos que reproducían los mismos roles patriarcales que perpetuaban el sistema que querían derribar. A las chicas había que verlas, no oírlas. Las chicas estaban hartas, cansadas y furiosas con una sociedad que parecían estar entrando en un nueva ola conservadora – ¿no les suena actual? -, que amenazaba con erosionar y derribar los derechos por los que sus antecesoras feministas habían luchado. Pero en lugar de optar por la vía más simple, la retirada a los cuarteles de invierno, estas mujeres y chicas valientes decidieron contraatacar a través de lo que las unía y les servía como vehículo para difundir sus ideas: la música alternativa, el activismo femenino, los fanzines – auténticas joyas artesanales de expresión y rabia juvenil – y los grupos de apoyo entre chicas – ya ven, la sororidad no es un invento de ayer-. Y se llamaron a sí mismas “riot grrrl”
Estas chicas se abrieron paso audazmente dentro del movimiento feminista de sus madres y en los clubs de punk rock a los que iban sus hermanos mayores. Empleaban sus cuerpos como medios publicitarios escribiendo lemas provocativos con rotulador indeleble – al fin y al cabo, si su cuerpo iba a ser objeto de miradas no deseadas, bien estaba usarlo para lanzar mensajes feministas – y eran absolutamente convincentes en su escandalosa creatividad y habilidad para emplear los medios a su favor. En una época de acción directa y perfomances callejeras, eran capaces de robarles protagonismo a movimientos más asentados.
Aunque hoy las veamos como un movimiento feminista radical, el movimiento “riot grrrl” fue, en esencia, un movimiento de apoyo entre chicas jóvenes que encontraron a través del “riot grrrl” una vía a través de la que expresarse y ante todo, un grupo de apoyo femenino de otras chicas que no las juzgaban por cómo eran, sino que las animaban a que se expresaran tal y como eran.
“Las chicas al frente. La verdadera historia de la revolución Riot Grrrl” no es un ensayo al uso centrado en el movimiento de las “riot grrrl” en su conjunto, sino que a lo largo del libro podemos ir recorriendo la biografía personal de cada una de las integrantes más famosas del mismo, como Kathleen Hanna, Tobi Vail y Erin Smith, a través de las cuales vamos descubriendo los entresijos de este movimiento, su origen, su maduración y finalmente su caída como movimiento. Sara Marcus describe con maestría y gran detalle cómo muchas mujeres jóvenes de aquella década acabaron fundando sus propios grupos de música como un medio a través del cual expresar la rabia y la frustración que sentían al sentirse ciudadanas de segunda clase por el hecho de ser mujeres y cómo muchas otras tantas dieron voz a sus ideas y reivindicaciones a través de sus propios fanzines. El movimiento “riot grrrl” también dio la oportunidad de crear grupos solidarios de apoyo y debate entre chicas que se adentraban en el mundo del feminismo, dando la posibilidad de hablar sin ser juzgadas de aquellos temas que más les preocupaban, como el abuso familiar, las violaciones y el sexismo con el que lidiaban cotidianamente.
Sara Marcus afronta con valentía los problemas que en el propio movimiento acabaron surgiendo. Entre otros problemas, este movimiento fue acusado, por parte de algunas integrantes, de ser un movimiento demasiado blanco y de clase media. Además, tuvieron que hacer frente al sexismo de sus compañeros masculinos durante las giras y conciertos que organizaban y lidiar con el paternalismo de la prensa convencional, quien las tildó de manera caricaturesca de ser un movimiento de chicas blancas, tontas, vestidas con ropa vintage y botas Doc Martens que escribían lemas provocativos en sus cuerpos.
Pero sin duda lo más desalentador que descubrimos al final de la lectura de este ensayo es cómo el movimiento se dinamitó desde dentro a través de las luchas internas que las mujeres mantenían entre sí, bien por discrepancias sobre cómo orientar el movimiento, bien por luchas de egos respecto a quién debería liderar ciertas acciones. Y, lamentablemente, a mediados de los años 90, el movimiento tal y como había nacido se dividió e implosionó. No obstante, por más efímero que resultara el movimiento “riot grrrl”, acabó teniendo un impacto duradero y positivo en innumerables mujeres que acabaron integradas en el movimiento feminista, revindicando y defendiendo sus derechos.
“Las chicas al frente. La verdadera historia de la revolución Riot Grrrl” es un exhaustivo ensayo creado a partir de una ardua investigación académica, lo que no le resta ni un ápice para ser una lectura empática desde la primera palabra hasta la última y brutalmente honesta con la historia del movimiento “riot grrrl”. A veces la lectura del ensayo puede resultar un tanto abrumador por la cantidad de datos, nombres e historias que se entrelazan en algunos capítulos, pero siempre deriva en una lectura motivadora y esclarecedora que encantará a cualquier lector, sea una “riot grrrl” o no.