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Los chicos guapos son tóxicos de Megan Fox

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por Rubén J. Olivares

Los chicos guapos son tóxicos de Megan Fox

Los chicos guapos son tóxicos de Megan Fox

Escribir es una tradición consagrada en las niñas de todo el mundo, especialmente durante la adolescencia, como un medio a través del cual liberar sus emociones. Las hay que convierten a su diario personal en un pequeño confesionario en el cual vuelcan las dudas, frustraciones y angustias que las corroen; otras optan por medios más modernos como las aplicaciones de notas y las más literarias por dar rienda suelta a sus emociones a través de la poesía.

En ocasiones esas palabras acaban liberándose de las páginas en las que se hallaban prisioneras y acaban dando el salto al mundo virtual o a una editorial que se encarga de editarlas, imprimirlas y publicarlas para que el resto del mundo pueda disfrutar de las mismas: éste ha sido el caso de Megan Fox, quien ha sorprendido al mundo literario con la publicación de un poemario en el que recoge sus impresiones sobre sus relaciones afectivas. Ya les adelanto por el título escogido que éstas parece que no acabaron muy bien, por sí, como es mi caso, están desconectados de la “prensa rosa” y desconocen la vida privada de esta actriz.

Las relaciones sexoafectivas suelen ser complicadas, aunque uno espera que siendo Megan Fox las posibilidades de encontrar una pareja adecuada a tus intereses y aspiraciones personales sean mayores. Pero parece que la maldición del desamor y el desengaño también afectan a las estrellas de Hollywood. Leyendo “Los chicos guapos son tóxicos” descubrimos el lado más íntimo de Mega Fox y el dolor que el desengaño amoroso ha ido dejando en su alma. El libro gira en torno al sentimiento de fracaso que los amores tóxicos generaron en su vida, aunque lo hace desde una perspectiva bastante crítica, sarcástica e irónica, hilada con un humor oscuro que recorre todo el poemario y nos desvela a una mujer inteligente, fuertemente sentimental, que ha ido tejiendo una coraza alrededor de su corazón debido a los desengaños amorosos que ha ido entrelazando, pero que, como descubrimos a medida que avanzamos por la lectura de su poemario, ha aprendido a fortalecer su independencia y su autoestima, colocando su bienestar en el centro que debe ocupar.

En el prólogo del libro, Megan Fox nos lo presenta como un ejercicio terapéutico, un exorcismo literario a través del cual liberó los sentimientos que le aprisionaban y no la dejaban avanzar. En sus poemas hay mucho tormento, aislamiento, desesperación, inquietud, rabia, angustia existencial, autolesión y minusvaloración, pero también esperanza, renacimiento, autoestima, fuerza y deseo. El poemario está lleno de rabia y frustración femenina de una mujer que, pese a ser idolatrada como estrella de Hollywood y convertirse en la fantasía erótica de miles de hombres – y mujeres –, ha visto cómo ha tenido que sacrificar y minusvalorarse ante los hombres que ha conocido para alimentar el ego de éstos, sacrificando en la hoguera de las vanidades masculinas su esencia femenina. El poemario se convierte en un reguero de anécdotas, recuerdos y alusiones sarcásticas a sus exparejas devastadoramente mordaces con el que cual cualquier mujer que haya vivido una experiencia similar se sentirá identificada.

Es obvio que el poemario tiene una fuerte carga emocional y que Megan Fox no es escritora. Que nadie espere extasiarse con el dominio de la métrica, la rima, las figuras literarias y el dominio del lenguaje que pueden admirarse en otros autores y autoras. Si lo que buscan es sumergirse de lleno en la experiencia de la poesía estadounidense, alcanzar el nirvana poético con el talento lírico de los versos de las grandes referentes femeninas de la poesía, les aconsejo que dirijan su mirada hacia otras autoras como Gwendolyn Brooks, Maya Angelou, Giannina Braschi o el mayor exponente de la poesía estadounidense femenina, Sylvia Plath.

Megan Fox opta por subirse a la ola actual de la poesía de verso libre, ese movimiento que ha llevado al extremo la idea de liberarse de los corsés de la poesía tradicional y que parece aborrecer de cualquier métrica, búsqueda de un sentido del ritmo, la rima o la exploración del lenguaje y la recreación de imágenes que evoquen fuertes sensaciones y sentimientos en el lector – pues se puede optar por el verso libre sin perder ni un ápice de lirismo –, ofreciéndonos un poemario con versos libres, carentes de métrica, composición poética de estrofas, uso de recursos líricos o cualquier otra característica que solemos asociar con la poesía. A cambio tenemos un poemario desnudo, crudo, hiriente en ocasiones y enternecedor en la mayor parte del mismo – cómo no empatizar con la angustia y el dolor que rezuman sus versos -, una rebelión que parece haberse hecho fuerte en la poesía contemporánea que aborrece cualquier tipo de regla a la hora de componer poesía. Confieso que por momentos Fox cae en el tedio, en lo fácil y simple, recurriendo a la repetición de una misma idea, un mismo verso para remarcar su sentimiento de frustración, como ese poema que simplemente machaca 7 veces el mismo verso: “odio a los hombres”, pero en otras ocasiones deja entrever el talento que dormita en su corazón cuando es capaz de componer poemas con una profunda carga lírica como “lemniscata”, en los que se deja entrever la influencia de Plath u otros como “soy ceniza” o “fatality” en los que el lenguaje obsceno, vulgar y soez dan rienda suelta a la rabia que dormita en Fox, evocando a Bukowski.

No me malinterpreten. Ni todos los poemas que hay en “Los chicos guapos son tóxicos” son diamantes en bruto que nos recuerden el dolor de Sylvia Plath, la amargura y resentimiento de Charles Bukowski o la ironía y sarcasmo de Roger Wolfe, ni este libro es sólo un diario en verso de desahogo sentimental de Fox. Quien se acerque al mismo libre de prejuicios encontrará poemas demasiado simples, pero también pequeños tesoros que le sorprenderán por la complejidad de imágenes, metáforas y sentimientos que evocan. Como en cualquier libro de poesía – y he leído unos cuantos -, hay poemas de relleno y auténticas composiciones que merecen el nombre de poesía.

“Los chicos guapos son tóxicos” es un poemario honesto, divertido y brutal desde el cual escribe sobre la mirada masculina hacia las mujeres y cómo a menudo ser mujer es verse obligada a ser juzgada y menospreciada, valorada sólo como un objeto de deseo masculino, un trofeo del que presumir ante el resto de hombres. Una lectura que te removerá las entrañas y te hará reflexionar sobre las relaciones que has tenido en tu vida. La poesía de Fox es cruda, honesta y poderosa:  no te dejará indiferente.