Los silencios de Hugo de Inma Chacón
por Gemma Juan
Qué injusto puede llegar a ser el destino. A veces el tiempo se confunde y altera inesperadamente el orden de los acontecimientos. Para bien o para mal, no siempre se puede intervenir para controlar el curso de la vida. Y esto es, precisamente, lo que ocurre en “Los silencios de Hugo”, obra magistral de Inma Chacón.
Cada cual encuentra sus propias razones para elegir el silencio. Pero la cuestión no está en el silencio, sino en las causas por las que preferimos guardar silencio. ¿Cuál es el límite en el que cada uno se siente obligado a callar para proteger a los suyos?, ¿Quién no lo ha hecho alguna vez?
Y ahora es cuando yo te pregunto, si algún día te diagnosticaran una enfermedad incurable y contagiosa ¿se lo contarías a tu familia? Hugo tiene claro que no. Durante doce años, ha ido arrastrando una vida no deseada, refugiándose en el arte y en las matemáticas para no compartir con el resto la horrible enfermedad que lo está devorando día tras día.
Ya os adelanto que, a pesar de la temática, ha sido una lectura magnífica, que estará entre mis mejores lecturas de este año recién empezado. Una novela que conforme avanza te va creando un nudo en la garganta que crea más y más adicción.
Una historia dura por el tema que trata y emotiva por cómo lo hace. Es también muy humana porque los personajes que la protagonizan lo son. Inma Chacón no es sólo una narradora excepcional, sino que también construye perfectamente los personajes, dotándoles de vida y realidad.
La autora nos invita a un viaje al pasado reciente de España mientras nos adentramos en la vida de unos personajes llenos de fuerza, luchadores y con unas tremendas ganas de vivir a pesar de las zancadillas tan crueles que les pone la vida. Concretamente, la novela se sitúa en noviembre del año 1996. Hugo está ingresado en estado crítico. Su hermana Olalla, que ha estado velándolo las últimas semanas, ha tenido que salir por cuestiones de trabajo. Es abogada y tiene que visitar a un cliente que está cumpliendo condena en la prisión de Valdemoro. Coge el coche y desaparece. Pasan las horas y no se sabe nada de ella, ni ha llamado al hospital para informarse de la situación de su hermano, ni ha aparecido a la hora en la que estaba citada con su mejor amiga, ni a la cita que tenía con la doctora que trata a Hugo, para ver los resultados de los análisis realizados tras la aplicación de un tratamiento experimental que, quizás, pueda salvar su vida. Y eso es muy raro en Olalla.
Tanto Hugo como Olalla son dos personajes a los que es imposible no admirar y coger cariño, y la autora nos los dibuja con tal precisión que casi parece que los conozcamos y estemos compartiendo con ellos esos duros momentos que viven.
Lo que se narra en Los silencios de Hugo no solo es complejo, sino también muy conflictivo y delicado, y sin embargo Inma Chacón es capaz de entretejer una trama sin fisuras.
Sin ninguna duda, es una historia que deja al lector muchas reflexiones. El destino, la amistad, la soledad, la lucha, el sufrimiento, el amor, las enfermedades y uno muy importante, el papel del silencio, el gran protagonista de esta novela. El silencio como hilo conductor y metáfora de la protección entre personas que se aman, pero también el que se impone sobre determinadas enfermedades. Y, sobre todo, algo que demuestra esta historia es que hay veces que las personas llegan en el momento apropiado, y pese a todo lo malo, deciden quedarse.
Las casualidades son puertas que abre el destino para unir a la gente
Un libro duro, pero que en esencia es un canto a la vida y a la capacidad que tiene el ser humano de salir adelante. Los silencios de Hugo es una novela llena de sentimientos que la autora nos transmite a través de unos personajes impecablemente construidos y llenos de matices: el amor en todas sus facetas, la soledad, el sufrimiento, la amistad; a la vez que nos hace reflexionar sobre como habríamos reaccionado si nosotros fuéramos el enfermo. Pero, ¿y si fuéramos Olalla?
En definitiva, una novela emotiva que te hará ver la vida de otra manera.