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Mosturito de Daniel Ruiz

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por Elena Cruzado

Mosturito de Daniel Ruiz

Mosturito de Daniel Ruiz

Mi infancia está ligada a los veranos en el pueblo, la vida en la calle, las veinticinco pesetas a gastar en el puesto de chuches, los timbrazos en los telefonillos y las huidas a la carrera. También a las primeras veces, a las pandillas enfrentadas, a las fiestas y sus ferias. A un pasado disfrazado de nostalgia que Daniel Ruiz ha convertido en presente en este maravilloso —y duro— retrato de los años ochenta.  

«Mosturito» cuenta la historia de Pedro, un niño con una malformación física que le convierte en el blanco de los matones del barrio. Tras perder a su madre a manos de su padre, vive en la periferia de una ciudad andaluza junto su tía, la Tata, una mujer con pocos recursos y adicta al alcohol, que hace lo que puede para cuidar de su sobrino.

Es Pedro, o «Mostu», el encargado de contarnos su propia historia, y lo hace con la voz característica de un niño andaluz de clase social baja que al principio puede chocar, pero que al final no quieres soltar. Para ello, Daniel Ruiz despliega su maestría en un cuidadísimo texto plagado de coloquialismos y, a su vez, de belleza, capaz de sacar alguna que otra carcajada a pesar del duro trasfondo de la narración.

El autor abre con este libro una ventana a esa época tan especial para quienes la vivimos, aunque fuera de refilón; un fiel retrato a la infancia de los años ochenta lleno de simbolismos y referencias que me han hecho recordar, reír y llorar a partes iguales.

El gran pilar de esta historia son sus personajes. Ellos son los que, a través de sus acciones y de sus voces, nos llevan de la mano a lo largo de toda la novela. Ruiz ha creado una serie de perfiles con personalidades complejas y llenos de profundidad. Aunque representan estereotipos muy distintos, todos ellos forman un puzzle perfecto en el que convergen varias de las grandes problemáticas de la sociedad —como la drogadicción, el alcoholismo, la violencia de género, la pederastia— con la cotidianeidad propia de la infancia y la juventud en aquella época —las primeras veces, las casas encantadas, los coches de choque, las tardes en los recreativos, la crueldad de los niños, la amistad.

«Mosturito» es un canto a la nostalgia, una historia llena de ternura, pero también una cruda fotografía de una de las décadas más convulsas e icónicas del S.XX, marcada por el terrorismo, la crisis económica, la entrada de España en Europa y en la OTAN, el boom de las drogas. Y en este contexto, la gran mayoría de las personas de a pie tenían que hacer frente, además, a sus propios demonios. Los de «Mostu», nuestro protagonista, estaban al otro lado del espejo.

Algunas veces, nada más terminar un libro, me entra la necesidad de volverlo a empezar para entrar de nuevo en su historia. Eso es lo que me ha pasado con Mosturito. Quisiera volver a él una y otra vez, como también quisiera regresar a esos veranos en el pueblo en los que mi única preocupación era terminar rápido la comida para volver a jugar a la calle.

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