Muerte de una librera de Alice Slater
por Lara Vesga
Hace años tuve la única entrevista de trabajo que he hecho para trabajar en una librería. Se jubilaba la más veterana de las libreras y las candidatas para sustituirla esperábamos nuestro turno con la encargada y dueña de la tienda mientras dábamos vueltas echando un ojo a diferentes portadas y leyendo sinopsis de libros. Cuando me tocó a mí, la entrevistadora me preguntó por mi experiencia en puestos similares (escasa) y mi ritmo de lectura (alto, pero por lo visto no lo suficiente para ella). Me dijo una cifra de libros que era necesario leer como prescriptora que se suponía debía de ser para la clientela, y a mí no me salían las cuentas si había que pasarse en la tienda ocho horas al día (algo más en época navideña y ferias del libro) seis días a la semana. Salí de allí pensando que, aunque siempre me había tenido por una especie de Matilda Wormwood, la protagonista del cuento infantil de Roald Dahl, por lo visto para una de las librerías más prestigiosas de España no estaba a la altura.
No me cogieron y, la verdad, no fue un disgusto. Para mí leer siempre ha sido un acto libre, voluntario y placentero. No me veo convirtiéndolo en una obligación, en una yincana de lecturas rápidas y en diagonal y, posiblemente, en una sarta de recomendaciones forzadas de superventas que en mi fuero interno me la traerían al pairo.
Pues bien, «Muerte de una librera» es precisamente un libro sobre los libros, los libreros y las librerías, en el que se nota una barbaridad la experiencia de su autora Alice Slater como librera durante seis años en la cadena Waterstones, cuya tienda de Piccadilly (Londres), por cierto, tiene el honor de ser la librería más grande de Europa. Y precisamente como dicen por aquellos lares, la novela es un auténtico page-turner, una lectura tensa, siniestra e inquietante que entrelazando el género del true crime y la venta de libros da como resultado una historia adictiva que es imposible dejar de lado una vez que se empieza.
«Muerte de una librera» está narrada a dos voces, la de dos compañeras de trabajo de una librería que en apariencia no pueden parecerse menos. Roach es solitaria, siniestra, desaliñada y una auténtica fanática de los crímenes reales. No necesita a nadie y solo encuentra paz y compañía en sus novelas y podcasts sobre asesinos en serie y en su mascota, el caracol Bleep. Laura es sociable, sonriente, siempre va perfectamente conjuntada y perfumada y es la librera favorita de los clientes. Amiga de todos, tan solo evita a Roach, pues percibe en ella algo inquietante. Y cuanto más la evita, más se obsesiona Roach con ella, hasta que acaba por decidir que formará parte de la existencia de Laura lo quiera ella o no y que ya es hora de ser ella misma quien viva en primera persona una buena historia.
El otoño empieza fuerte con esta atrapante lectura que nos muestra la cara a y la cara b de la mercantilización de los true crime en el mundo editorial y también en los podcast y plataformas de streaming, a través de dos antagonistas cinceladas de manera brillante y que son la piedra angular de un libro magnético de principio a fin.