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Primero estaba el mar de Tomás González

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por Elena Cruzado

Primero estaba el mar de Tomás González

Primero estaba el mar de Tomás González

Cansados de una vida de excesos y con la ilusión puesta en un cambio de aires radical, J. y Elena dejan atrás las comodidades de la ciudad para instalarse en una casita situada en una remota costa tropical. Su objetivo: ser autosuficientes y encontrar la paz en la naturaleza. Sin embargo, esta idílica ambición pronto se transforma en algo más parecido a una pesadilla que a un sueño.

Como ellos, yo también he huido al campo con mi pareja, buscando una calma que la ciudad no puede ofrecernos. Después de toda una vida viviendo casi en el centro de la capital, decidimos mudarnos a un pueblo pequeño de la sierra madrileña y empezar a sembrar nuestro propio huerto. Como J. Elena, con quien además comparto nombre. Por suerte, nuestras experiencias —porque la de ellos está basada en una historia real— solo tienen en común el punto de partida.

«Con el mar siempre en el horizonte», Tomás González traza una historia de desencanto, en la que confronta la vida soñada con la realidad de forma directa. A pesar de la brevedad del texto, el autor consigue transmitir a la perfección el desengaño y el golpe de realidad de una pareja que pensó que con esfuerzo se puede llegar al paraíso. Con cierto cinismo, González va desgranando la caída en desgracia de dos jóvenes urbanitas que quisieron jugar a ser granjeros.

«Primero estaba el mar», primera novela del escritor colombiano, tiene una premisa atractiva, tiene un prosa cuidada y bella, una atmósfera muy conseguida que provoca que el lector esté alerta a lo largo de la lectura y una estructura estudiada que cierra la novela en un círculo perfecto. Sin embargo, hay algo que en mi caso tira por tierra todo lo demás y son los personajes. Me ha sido imposible conectar con J. y Elena. Resultan antipáticos, infantiles y testarudos, especialmente ella. La relación entre el matrimonio es bastante turbulenta y, aunque el peso del desprecio recae en la mujer, J. no se queda atrás. Sus actos a lo largo de toda la historia denotan una ingenuidad que en ocasiones me ha resultado un tanto exasperante y que creo que es fruto de la necesidad del autor de redimirle, ya que el personaje está inspirado en su hermano.

Por otro lado, si bien es cierto que al tratarse de una historia real el final carecía de factor sorpresa, sí que esperaba un cierre un poco más impactante o emocional. Aun así, es una lectura interesante, una reflexión acerca de las aspiraciones vitales que viene a recordarnos la famosa advertencia de «cuidado con lo que deseas».

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