Wellness de Nathan Hill
por Elena Cruzado
Después de veinte años juntos, en los que Jack y Elizabeth han crecido de la mano a todos los niveles, su relación está totalmente estancada. Un muro parece alzarse entre ellos, en el sentido más literal de la palabra, ya que están a punto de adquirir su primera vivienda en propiedad, la que será su casa para toda la vida. Un hogar en el que han volcado todos sus esfuerzos económicos, que está en pleno proceso de construcción y en el que por primera vez se plantea una posibilidad hasta entonces impensable para Jack: dormir en habitaciones separadas.
A priori, «Wellness» podría parece una historia más sobre las implicaciones de la rutina en el desgaste de las relaciones de largo recorrido, pero no. La historia de Jack y Elizabeth es solo el trasfondo de algo mucho más grande, un libro a caballo entre la novela y el ensayo en el que Nathan Hill nos presenta un complejo estudio sobre la psique humana, el autoconocimiento y el impacto que tiene el entorno en las relaciones interpersonales.
Con el matrimonio como eje central, el autor aborda una profunda reflexión sobre uno de los temas más universales de todos los tiempos: la búsqueda de la felicidad. Y para ello ha construido a dos personajes tan reales que es inevitable disociarlos del autor y verse reflejado en ellos en algún momento. El propio Hill, consciente de ello, deja una divertida nota al respecto, dirigida a su esposa, en los agradecimientos finales. En mi caso, sentí que leía un episodio de mi propia vida durante la escena en la que Elizabeth se ve superada por la maternidad en un supermercado.
«Por fin comprendo la extraña paradoja de la maternidad: era profundamente aniquiladora y, al mismo tiempo, profundamente reconfortante. Te devoraba el alma y te la llenaba».
Puede que Jack y Elizabeth sean personajes ficticios, pero créeme si te digo que su realidad, sus demonios, sus preocupaciones, sus aspiraciones y su resignación son tan reales como las tuyas. Leer «Wellness» implica convertirte un poco en ellos, sufrir al ver que son incapaces de entenderse tras tantos años juntos y rezar por que al fin lo consigan. Es sentir de primera mano que se está librando una batalla en la que no hay bandos enfrentados, porque ninguno de ellos quiere ir a la guerra.
«Wellness» es un libro en el que los sueños se presentan, en algunos casos, como límites. En palabras de uno de los personajes secundarios que más me ha gustado, el profesor Otto Sanborne, dice que «si te aferras demasiado a lo que quieres ver, acabas pasando por alto lo que de verdad hay». Y esta afirmación se puede extrapolar a muchos ámbitos, como el amor, pero también al crecimiento profesional. Podría decirse que la clave está en encontrar el equilibrio entre lo que se es, lo que se tiene que ser y lo que se aspira ser para obtener el bienestar y la satisfacción personal. Pero ojalá fuera tan fácil lograrlo.
Uno de los aspectos que más me ha llamado la atención es el papel que el autor otorga a la tecnología, como metáfora del matrimonio —que Hill compara con una tecnología obsoleta— y como disparador de conflictos—mención especial a la parte protagonizada por el padre de Jack y las teorías de la conspiración en redes, que funcionan como respuesta a una situación concreta y personal por la que atraviesa el personaje—.
Además de una novela, «Wellness» es un gran estudio científico, fruto de una exhaustiva labor de investigación, que pretende reflejar cómo la herencia de nuestro pasado y el entorno que nos rodea modela nuestro yo del presente. Para ello, Nathan Hill intercala con fluidez una gran cantidad de información técnica sobre temas tan dispares como el efecto placebo, los dilemas éticos, la maternidad, el duelo, los distintos tipos de relaciones, el amor, las teorías de la conspiración o los algoritmos por los que se rigen las redes sociales. Temas que pueden parecer muy diferentes entre sí, pero que están perfectamente entretejidos en una red que trata de aportar un poco de luz al entendimiento del comportamiento humano.
A pesar de la gran cantidad de datos que contiene este libro, y que justifican su extensión —en mi opinión no le sobra ni una coma—, Nathan Hill consigue mantener la atención del lector en todo momento, con una prosa fluida y limpia.
Como apunte final, «Wellness» se trata de una novela que hay que masticar y leer con calma, de esas que te dejan cierta resaca en la mente.