Economía y poesía: Rimas internas de Yolanda Castaño

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por Rubén J. Olivares

Economía y poesía. Rimas internas de Yolanda Castaño

Economía y poesía. Rimas internas de Yolanda Castaño

En el imaginario colectivo, la poesía todavía se asocia a la inspiración, al arrebato espiritual, al don misterioso que convierte unas pocas palabras en un destello de belleza. Esa imagen romántica tiene su encanto, pero también un precio: la invisibilidad del trabajo que hay detrás y la precariedad de quienes lo ejercen. Con “Economía y poesía: Rimas internas” (Páginas de Espuma, 2025), la poeta gallega Yolanda Castaño desmonta con lucidez y valentía esas inercias culturales que tanto pesan sobre su oficio.

No es un salto menor: Castaño, Premio Nacional de Poesía 2023, lleva más de tres décadas construyendo una obra sólida y reconocida dentro y fuera de Galicia. Ahora decide dar voz a una experiencia compartida por muchos escritores y escritoras: la dificultad de vivir de la literatura y, en particular, de la poesía. El ensayo, publicado primero en gallego y galardonado con el Premio Ramón Piñeiro de Ensaio, llega ahora en castellano como una reflexión tan personal como colectiva.

La autora parte de una constatación incómoda: mientras que otras artes han logrado profesionalizarse —con circuitos de producción, difusión y consumo que permiten cierta estabilidad—, la poesía sigue atrapada en la sospecha de que su valor se degrada cuando entra en contacto con el dinero. Escribir versos se considera una vocación, un pasatiempo sublime o, en el mejor de los casos, una actividad complementaria. Pero rara vez se asume como un trabajo que merece retribución.

Castaño desmonta este mito con argumentos claros y ejemplos concretos. Recuerda, por ejemplo, cómo a menudo se espera que un poeta lea sus textos en público de manera gratuita, como si la visibilidad fuera una compensación suficiente. Denuncia también la paradoja de que quienes organizan actividades culturales perciban un salario, mientras que quienes las sostienen con su creación se conformen con una gratitud simbólica. Y alerta de una consecuencia peligrosa: la poesía acaba siendo una práctica reservada a quienes cuentan con respaldo económico familiar o social, lo que reduce la pluralidad de voces y deja fuera a quienes no pueden permitirse escribir sin ingresos.

El ensayo no se limita a enumerar agravios. Castaño también se interroga sobre las raíces de esta situación. La persistencia del aura romántica, la visión espiritualizada del arte, la falta de estructuras profesionales y la escasa educación cultural en torno al valor de la creación son factores que se entrelazan en un círculo vicioso. Su mirada es crítica, pero no amarga: se percibe en cada página una voluntad de diálogo y de transformación, un deseo de abrir camino a nuevas formas de concebir la poesía en el espacio público.

Uno de los aciertos del libro es su tono. Castaño escribe desde la primera persona, pero no cae en el victimismo. Su experiencia sirve como punto de partida para un debate más amplio que afecta a todo el ecosistema cultural. La suya es una voz firme, con momentos de ironía, que combina el rigor argumental con la agilidad de una prosa que no renuncia a la belleza. Se nota la poeta en la ensayista: hay frases que brillan, giros que recuerdan que, aunque hable de economía, Castaño nunca deja de hablar con un oído atento a la música del lenguaje.

“Economía y poesía: Rimas internas” es, en última instancia, una llamada a dignificar la labor creativa. Su mensaje interpela tanto a instituciones y gestores culturales como al público lector: si queremos una cultura rica y diversa, debemos reconocer que la escritura no se sostiene solo con entusiasmo y vocación. La frase con la que Castaño resume esta idea se clava como un dardo: “La satisfacción de escribir no cotiza en el sistema en el que vivimos”.

En un tiempo en el que la precariedad atraviesa múltiples oficios, este ensayo recuerda que la poesía, lejos de ser un lujo inútil, es una necesidad social. Pero para que siga siéndolo, quienes la practican deben poder vivir de ella. Esa es la rima interna que Castaño nos invita a escuchar: la que enlaza economía y poesía, realidad y deseo, palabra y pan.