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Vivian Gornick nos muestra la relación con su madre

Por Vanessa Díez

Bebes su esencia, su leche, y cuando ya no queda leche sus lágrimas, su tristeza marca tu forma de ver la vida, te comportas a partir de ella, quedas marcada como su descendencia a pesar de ti, aunque no quieras darte cuenta, niegas y reniegas, aún así reflejas y continúas siendo parte de su ser, lo aprendido te indica el camino a seguir, tu intuición es la suya.

Vivian Gornick nos muestra en Apegos feroces la relación con su madre, todo queda grabado a fuego en su infancia, aquel bloque de apartamentos llenos de mujeres fuertes, que necesitan ser fieras para salir adelante, que no pueden permitirse la delicadeza que pudiera ser entendida como debilidad, muchas de ellas con maridos holgazanes, quizá borrachos, o derrochadores, otras sin amor en sus vidas, casadas como obligación de mujer para tener alguien que las mantuviera, todo ello deriva en mujeres apáticas, irascibles, duras, que han perdido las ganas de vivir, pero siguen a cargo de los retoños, aquellos que aprenden sin mediar palabra de lo que ellas les enseñan con cada gesto y cada acto.

El apartamento de Vivian cambia tras la muerte de su padre, su madre ya tenía el Amor, aquel que había sido capaz de emular a través de su matrimonio, elevado a los altares, cuando queda viuda cae en una profunda depresión, su hija no será una prioridad para ella, el dolor de la hija no será atenuado por una madre cariñosa, su relación cambiará de orden en muchos casos, siendo una relación insana, la hija será la madre y la madre será la hija, una cuidará a la otra sin importar la juventud, sin importar que también tenga dificultades.

Así la Vivian niña ser convertirá en adulta a través de los ojos de su madre que no ha sido capaz de enseñarle que la feminidad no es algo pecaminoso, su referente en este sentido será una vecina, Nettie con sus movimientos de caderas y su forma de vestir que provoca que las miradas se posen sobre ella, siendo juzgada tanto por sus relaciones con los hombres, como la otra siempre, como por vender su cuerpo para sacar a su hijo adelante. Después Vivian tendrá problemas para establecer una relación con un hombre, no encontrará aquello que su madre entendía como matrimonio ideal, aunque lo intentó, también será la otra, pero ya no habrá pecado para ella, lo preferirá a ser la mujer engañada que se queda en casa.

Vivian Gornick nos muestra en Apegos feroces una prosa ácida, brillante y tajante, inteligente, el sarcasmo y la ironía será arma en muchas ocasiones, el animal herido se defiende, pero no esconde las cosas, no existen medias verdades, aunque duela deja la herida al descubierto. Con ganas de llegar a las páginas de «La mujer singular y la ciudad», continuación natural de Apegos Feroces. No tengo el placer de conocer a Vivian Gornick, pero este agosto en San Sebastián en el curso «Ni princesas ni madrastras: una mirada al papel de la mujer en la literatura, el cine y la comunicación contemporáneas» podré preguntarle a mi querida Sara Morante como fue charlar con esta gran escritora, seguro que habrá tiempo para un café y poder saberlo.