Seguridad psicológica. La clave silenciosa del alto desempeño de Carlos Hinchado
por Ana Valín
SEGURIDAD PSICOLÓGICA: ¿UTOPÍA O REALIDAD?
¿Seguridad psicológica? Tengo que decir que este es un término totalmente nuevo para mí y, francamente, si bien en la teoría suena muy bonito, no estoy nada convencida de que en la práctica sea efectivo. Y, ¿por qué?, os preguntaréis. Pues bien sencillo, porque aquí, en España esto no se lleva. Pensar en generar un espacio y un ambiente de trabajo en el que las personas se sientan seguras y capaces de dar lo mejor de sí mismos no es algo que preocupe al contexto laboral español. Es más, ni siquiera en el ámbito escolar, en donde se trabaja con niños y en consecuencia con unas correspondientes vulnerabilidades, se tiene muy en cuenta este concepto. Y lo digo por experiencia, pues soy maestra de educación infantil.
En todo caso, podemos ahondar un poco en este término y pensar si queréis y sin poner mucho los pies en la tierra, en su factibilidad, pues la cosa tiene su mérito. Se trataría de construir un contexto colectivo en el que tuvieran cabida los éxitos pero también los fracasos, la posibilidad de equivocarse y corregir, la opción de nuevos intentos o incluso cambios en el discurso previsto, la innovación como elemento de progreso y sobre todo la necesidad de impulsar los talentos individuales pero siempre en favor de la comunidad. En fin, que lo de la seguridad psicológica sería perfecto si fuera real de una manera inmediata, incluso para aplicar en un contexto más íntimo como el de la pareja. ¿Se imaginan construir una relación basada en estos términos: el respeto mutuo, la voluntad de ayudar y ser ayudado, la propuesta de conversaciones abiertas, y la actitud positiva ante el riesgo y el fracaso.
Y ¿quién escribe esta quimera: “Haz que tu equipo funcione. Seguridad psicológica. La clave silenciosa del alto rendimiento? Pues el licenciado en Derecho Carlos Hinchado, que además cuenta con amplia experiencia en el ámbito del coaching ejecutivo (jamás enteré la idea del coaching, lo siento). Según Hinchado, este libro es una guía práctica para fortalecer los lazos de los diferentes integrantes de cada equipo en el ámbito laboral, fomentando así, en consecuencia, el liderazgo de las empresas, su creatividad y en definitiva, su productividad. Esto es, la idea de la seguridad psicológica, según este experto, no deja de ser una cuestión materialista, capitalista y cuantitativa que se queda anclada en los parámetros de lo económico, porque al final, lo único importante es obtener beneficios.
Sí me ha gustado sin embargo el inicio del libro, que parte de una cita de Peter Drucker que dice así: “No puedes comprar cultura; tienes que construirla cuidadosamente”. Pues sí, efectivamente, las cosas hay que construirlas con cuidado, lentitud y ahínco y sinceramente creo que, en lo referente a la seguridad psicológica, esta es una verdad que tardará mucho en acoplarse al contexto laboral español. Hacen falta sin duda muchas décadas para que algo así cuaje en las mentalidades de unos trabajadores acostumbrados a hacer horas extra sin cobrar, ser fijos discontinuos, arriesgarse al ámbito de lo autónomo ante la falta de otras opciones, cobrar en negro, tener dos trabajos, esperar meses a ser remunerados, vivir a duras penas del paro o de un subsidio… Y disculpen mi falta de optimismo; pero sin corregir estos aspectos, ¿cómo vamos a crear seguridad psicológica?
Y dice Carlos Hinchado que la construcción de la seguridad psicológica es algo que no depende del jefe, esto es, de las altas esferas, sino de todos los escalafones de la empresa; y añade, en un ambiente de exigencia extrema lo que se obtiene es estrés y no seguridad pues esto nos sitúa en una zona de apatía, en lugar de en una de alto confort. Sorprende en este sentido, en el texto la enumeración de ejemplos positivos y negativos a este respecto citándose diferentes empresas, muchas de ellas conocidas (y que yo no voy a nombrar). En estos casos se mencionan cuestiones como las fusiones empresariales, la fuga de cerebros de una empresa a otra, el espionaje industrial, etc. En fin, todo un poco truculento y muy aproximado a una «peli» de intriga.
Finalmente me queda mencionar la cuestión de las estadísticas, que son muy frecuentes a lo largo de las 145 páginas que dura este ensayo casi clínico. Parece que todo se redujera a porcentajes, cifras fácilmente aplicables a cualquier terreno de nuestra vida. Así se habla de que un 70% de los trabajadores como sujetos desacoplados en su contexto laboral que se plantean una durabilidad limitada en dicho puesto de trabajo, esto es, lo tienen pero no aspiran a mantenerlo y por ello envían currículums a otras opciones de empleo. El 30% reciben puntuaciones muy bajas en cuanto al nivel de satisfacción de sus clientes, el 40% reconocen que no se arriesgan a plantear sus ideas, aún sabiendo que estas pueden suponer una mejora en el desempeño de sus funciones y en el rendimiento de la empresa. El 58% reportan contar con baja confianza en el su equipo directivo. El 50% da muestras de experimentar altos niveles de estrés. El 47% reportan una dinámica de equipo deficiente y el 66% son reacios a evidenciar los errores cometidos. Según el autor del texto estos datos derivan de la falta de honestidad para mantener conversaciones abiertas en el ámbito laboral; el irreconocimiento de la vulnerabilidad a la hora de hacer visibles los errores cometidos; la ausencia de apertura en la comunicación para implicar a todos los miembros de la plantilla independientemente de su estatus o rango y la incapacidad para compartir información entre departamentos.
Tras haber quedado agotada con la lectura de este texto simplemente añado mi propia cifra. A día de hoy, al menos en España, yo creo que terreno laboral y seguridad psicológica apenas tienen una compatibilidad del 10%.
