Aburridísima de Izumi Suzuki

k

por Rubén J. Olivares

Aburridísima de Isumi Suzuki

Aburridísima de Isumi Suzuki

“Aburridísima” es uno de esos libros que llegan como una onda expansiva inesperada: cuando menos lo esperas, te sacude y derriba por los suelos. Escrito en los ochenta por Izumi Suzuki, figura radical de la contracultura japonesa, hoy en pleno s. XXI podemos disfrutarlo en español décadas después, cuando el mundo —extrañamente— parece haberse puesto al día con su sensibilidad. La colección reúne siete relatos en los que la autora despliega su marca personal: una combinación de ciencia ficción, desencanto existencial y humor seco, casi cruel, que se lee como un eco distorsionado de nuestro presente.

Si algo recorre el libro y lo vertebra es la sensación de tedio, no como falta de estímulos, sino como una especie de agotamiento espiritual. El aburrimiento de Suzuki no es pasivo: es un hastío que empuja, que duele, que desgasta, que hace que incluso los futuros más extraños —planetas remotos, tecnologías improbables, relaciones interespecies— se sientan tan rutinarios como el día a día en una oficina gris. Ese contraste entre lo fantástico y lo mundano es uno de los mayores encantos de su propuesta narrativa.

En estos relatos, la ciencia ficción funciona como lente deformante que devuelve una realidad, que repleta de aristas e imperfecciones. Suzuki usa el género con la eficacia de quien entiende que los escenarios futuristas no son un fin, sino un medio para examinar los temores, las ansiedades y las trampas culturales de su tiempo. Hay androides, viajes interplanetarios, inteligencias artificiales y sociedades posthumanas, pero todo ello vibra con un subtexto emocional intensísimo. Lo que le interesa no es la tecnología del futuro, sino la ingeniería del malestar.

Uno de los aciertos del libro es la variedad tonal. Cada cuento abre una puerta distinta, aunque todos comparten un aire inconfundible. Suzuki puede ser sarcástica, cáustica, delicada o melancólica, a veces en la misma página. Sus personajes, casi siempre mujeres jóvenes, habitan mundos donde la alienación – y el aburrimiento que conlleva – es tan natural como respirar. Pero lejos de adoptar una voz solemne o puramente crítica, la autora introduce una ironía viva, una especie de risa amarga que ilumina incluso sus escenarios más oscuros. Esa mezcla de nihilismo y humor pop es parte de lo que la vuelve tan adictiva.

El componente feminista es central en la obra. Las protagonistas se mueven entre roles que parecen estar predeterminados por una sociedad que no saben si pertenece a un futuro lejano o a una versión deformada del Japón contemporáneo. Suzuki escribe sobre desigualdad, deseo, opresión y rabia sin abandonar nunca lo extraño, lo absurdo, lo grotesco. Lo hace desde una perspectiva que hoy podríamos etiquetar como “ciberpunk feminista”, pero que en su momento fue simplemente una manera visceral de contar el mundo como lo veía: hostil, absurdo y casi siempre decepcionante.

“Aburridísima” destaca por su ritmo ágil y su economía expresiva. Suzuki no pierde tiempo en explicaciones técnicas ni una minuciosa construcción de los mundos en los que nos sumerge; deja huecos, discontinuidades, espacios en blanco. Esa fragmentación deliberada obliga al lector a entrar en su juego. Lo que no se dice pesa tanto como lo que se enuncia. Los finales, a menudo abruptos, dejan una vibración inquieta que se prolonga más allá de la página, como si los relatos siguieran ocurriendo fuera de nuestro campo de visión, invitando al lector a completar la historia por su cuenta.

La traducción al español logra impregnar la obra de la aspereza y la musicalidad del estilo de Suzuki sin suavizar su filo. Se conserva ese ritmo irregular, un poco punk, un poco desganado, que parecía definir la personalidad creativa de la autora. También se mantiene la sensación de inmediatez emocional, esa voz de Suzuki que parece hablarmos desde un rincón de la habitación con un cigarrillo en la mano y una lucidez incómoda, desvelando verdades que nos provocan desasosiego.

“Aburridísima” es un libro extraño, imperfecto, magnético, difícil de clasificar y aun así tremendamente seductor. Si buscas ciencia ficción clásica es posible que te desconcierte; si buscas literatura introspectiva encontrarás una mirada ferozmente honesta e incómoda; si buscas una experiencia literaria que rompa con la literatura dominante probablemente recordaras estos relatos mucho tiempo. Suzuki escribe desde el límite —el límite del futuro, del género, de la identidad, del desasosiego— y desde ahí lanza preguntas que siguen resonando con fuerza.

Es, en definitiva, una joya rara: una ventana a una autora que llegó demasiado pronto a casi todo, incluida la forma en que entendemos hoy la ciencia ficción como un territorio donde lo íntimo, lo político y lo fantasmal pueden convivir sin pedir permiso.