En las latitudes de un miedo políglota de Ana Valín García
por Rubén J. Olivares
Hay libros que nacen de la urgencia, de esa necesidad visceral de nombrar el dolor para exorcizarlo. «En las latitudes de un miedo políglota», de Ana Valín García, pertenece a esa estirpe de poemarios que transforman la herida en lenguaje y el lenguaje en bálsamo. Publicado por Editorial Loto Azul, este poemario se adentra sin concesiones en el territorio emocional que sigue a una ruptura sentimental, pero lo hace con una lucidez y una valentía que lo distinguen de la literatura confesional al uso.
El título ya anuncia un proyecto literario ambicioso: las «latitudes» evocan un mapa, una geografía emocional por explorar, mientras que el «miedo políglota» se revela como un personaje central, casi un antagonista con el que la voz poética establece un diálogo tenso y revelador. Valín personifica magistralmente este miedo, presentándolo como un ser ubicuo y camaleónico que habla todos los idiomas, que se disfraza con máscaras venecianas y se entrena con «pesas de hueso y corazón». Esta metáfora sostenida a lo largo del poemario eleva la obra más allá del testimonio personal para convertirla en una reflexión universal sobre cómo el miedo habita nuestras fracturas emocionales.
El libro nace de una experiencia de separación reciente, y eso se percibe en cada vértice del texto: la voz poética se quiebra, se recompone, se interroga y se resignifica en un paisaje emocional que dialoga directamente con las etapas de una ruptura. El resultado es un poemario íntimo, lúcido y visceral, que convierte el miedo en una presencia corpórea y multiforme, un acompañante involuntario que “habla todos los idiomas”, pero lo hace sin caer en el sentimentalismo fácil ni en la autocompasión. Hay en estos versos una honestidad brutal que recuerda que toda ruptura es también una muerte simbólica, un duelo que exige ser transitado en todas sus fases: la negación, el dolor lacerante, la ira que busca culpables, la melancolía que desinfla cualquier energía, hasta alcanzar —si se alcanza— la aceptación liberadora.
Lo que distingue este poemario de otros autores coetáneos a la autora es su consciencia del proceso. Valín no sólo experimenta las etapas del duelo amoroso, sino que las observa, las disecciona, las convierte en materia poética y se alimenta de ellas para dar forma al poemario. Hay en esta obra una mirada autorreflexiva sobre el propio sufrimiento que no lo anula, sino que lo dignifica. La poesía se revela aquí como lo que la autora defiende explícitamente: una herramienta terapéutica, un instrumento de reafirmación emocional y, sobre todo, un arma contra el miedo.
Porque este es, en última instancia, un libro de resistencia. Resistencia de una mujer que debe reinventarse como madre sin pareja, que cuestiona la soledad desde una nueva perspectiva, que busca un empoderamiento continuo en un contexto que no siempre lo facilita. Los versos funcionan como trincheras desde las que la voz poética enfrenta no sólo al miedo, sino a los mandatos sociales, a las expectativas rotas, a la imagen idealizada de lo que debería ser una familia o una mujer completa.
El carácter políglota del miedo es quizá la intuición más penetrante del libro. Al presentarlo como un fenómeno que trasciende idiomas y fronteras, Valín universaliza su experiencia particular. El miedo tras una ruptura habla diferentes idiomas; se cuela en todas las culturas porque responde a una vulnerabilidad inherente al ser humano. Esta perspectiva convierte el poemario en un espejo en el que muchos lectores podrán reconocerse.
Formalmente, la obra mantiene un equilibrio entre la imagen poderosa y la emoción contenida. Valín no se recrea en el patetismo, pero tampoco escatima intensidad. Sus metáforas son precisas, sus ritmos variados, y su voz oscila entre la intimidad susurrante y la proclama que reivindica el derecho al dolor y a la superación. La escritura de Valín destaca por su economía verbal, su delicadeza imagética y su capacidad para convertir una experiencia íntima en un territorio simbólico universalizable. Me atrevería a decir que «En las latitudes de un miedo políglota» es un poemario que se inserta dentro de la corriente de la poesía emocional y la literatura autoficcional que explora la subjetividad femenina desde la fractura, siguiendo la estela de poetisas como Olga Novo, Elvira Sastre o Ada Salas, aunque con un tono menos narrativo y más introspectivo.
«En las latitudes de un miedo políglota» es, en definitiva, un poemario necesario. Necesario para quien lo ha escrito, sin duda, pero también para quienes lo lean. Porque nos recuerda que el miedo puede ser políglota, pero también la valentía; que las rupturas nos fragmentan, pero que de esos fragmentos puede surgir una identidad más auténtica. Ana Valín García ha trazado un mapa del duelo que no ofrece atajos, pero sí compañía. Y eso, en un mundo hiperconectado virtualmente, pero repleto de almas solitarias, ya es mucho. Léanlo. Merece la pena.
