Una historia de supervivencia y superación
Por Gemma Juan Giner
Durante la lectura de mi última novela, “La Bailarina de Auschwitz”, tuve la oportunidad de ir a la exposición de Auschwitz de Madrid, una emotiva muestra sobre el campo nazi que te
traslada a aquel frío lugar a través de testimonios en vídeo que te dejan sin palabras.
Edith Eger es la autora de la novela y superviviente de Auschwitz, que a lo largo de todo el libro va describiendo lo que allí sucedía. Te adentra en la historia, contada en primera persona, haciéndote partícipe a través de sus profundos sentimientos. Su historia se resume en dos palabras: supervivencia y superación. A ella la defino como una persona valiente y luchadora. A la novela la califico como una gran obra. Y el libro junto con la exposición son pura historia que te deja con el corazón en un puño.
Una historia que da auténticas lecciones de vida. Edith Eger nos deja frases como “la mayor
prisión está en tu propia mente y tú tienes la llave en el bolsillo: la voluntad de liberarte del
cuestionamiento, de reivindicar tu inocencia y de quererte por lo que realmente eres: un ser
humano imperfecto y pleno”.
A lo largo de este emocionante libro, Edith Eger narra su vida, pero también nos describe los
casos que ha tratado en su consulta como psicóloga y de cómo su propia experiencia le ha
permitido ayudar a otras víctimas. Su mensaje es claro: tenemos la capacidad de escapar de las
prisiones que construimos en nuestras mentes y podemos elegir ser libres, sean cuales sean las
circunstancias de nuestra vida. El pasado no lo puedes cambiar, pero sí puedes actuar para
mejorar tu presente y tu futuro.
Ella, a lo largo de su vida, ha cambiado la pregunta de: “¿por qué yo?” a “¿por qué no yo?”. Todo lo que vivimos en la vida nos va definiendo y nosotros tenemos el poder de decidir como actuar ante los hechos que nos ocurren. El poder de la mente. “No sabemos adónde vamos, no sabemos qué va a pasar, pero nadie puede quitarte lo que pones en tu mente”. Una frase que su madre le repetía cuando era pequeña y que Edith Eger ha repetido cientos de veces en sus conferencias.
Hay algo en lo que coincido con Edith Eger y es que creo que las personas no vienen a
nosotros, si no que nos son enviadas para darnos pequeñas lecciones. Unas personas se
quedan en nuestra vida y otras, nos sirven como aprendizaje para después, desaparecer. Al
final la vida es esto, puro aprendizaje, un libro en blanco que nosotros debemos ir escribiendo.
Edith Eger vivió en Auschwitz y esa experiencia le ha servido para ayudar a la gente, para
aconsejar y para educar. No obstante, ella también ha podido aprender de sus pacientes que la curación no tiene que ver con la recuperación, sino con el descubrimiento. Con descubrir esperanza en la desesperanza; descubrir una respuesta donde parece que no la hay; descubrir que lo que importa no es lo que sucede, sino lo que haces al respecto.
Es un libro sobrecogedor y muy inspirador que busca ayudar a todos aquellos cuyos traumas
les impiden vivir en plenitud. Más que un libro, es una obra de arte.