Los que cambiaron y los que murieron de Barbara Comyns
por Vanessa Díez Tarí
Volver a oler la tierra tras la tormenta. El barro que queda después de una noche lloviendo con toda su fuerza. Los animales muertos a tu paso. Vagar por esas aguas que han crecido. Dejar pasar los días hasta que todo vuelva a lo que era. Ni las gallinas moribundas ni los gansos con su algarabía van a cambiar la locura de las personas ante la adversidad. Querer mantener la compostura de lo que era, aunque ya no quede, volver la vista atrás y ya no ser. Vivir de prestado sin intentar levantar el vuelo. Quejarse de lo impuesto pero dejar pasar el tiempo en un pueblo muerto después de un gran fracaso. Aprovechar la debilidad ajena para curar el agravio y querer así regresar a la vida de gentleman que no es otra que la de hacer creer.
Barbara Comyns en “Los que cambiaron y los que murieron” nos cuenta la vida de un pueblo ante uno de sus momentos más escabrosos. Empiezan a aparecer muertos. Se cree que se está envenenando a la población. La locura parece uno de los síntomas. Unos caerán, otros se dejarán llevar por la corriente y otros sacarán provecho de la debilidad humana.
Es la primera vez que leo a Barbara Comyns y se me ha hecho muy sencillo aún siendo un texto de 1954. La autora nos pasea por aquel paraje rural. Es capaz de hacernos imaginar desde el principio la devastación en la que nos moveremos ante esta epidemia, primero con los cadáveres de los animales, para después pasar a la locura de los habitantes y después la aparición de los muertos. Nadie sabe en un principio el origen de aquellas muertes. La gente empieza a perder la razón más allá de los que enferman y mueren, incluso habrán víctimas inocentes. “¿Quién será la próxima víctima que se cobrará esta locura mortífera”, los medios siempre siembran inestabilidad y aceleran las desgracias en cualquier época.
Nuestro protagonista es un acomodado hijo de la sociedad. Encerrado en la opulencia de otro tiempo. Es su madre realmente la que mantiene su estatus. Intentando todavía reflejar magnificencia sin gastar demasiado. Así veremos que la mansión y los vestidos necesitan arreglos pero aún tenemos sirvientes, aún tratamos a los demás a gritos, porque siempre ha sido así. Él no puede volver a Londres pero tampoco intenta mantener a su familia. Un ser egoísta que sólo piensa en sostener su ego a cualquier precio. La catástrofe del pueblo hará resurgir su vena periodística y una oportunidad, pero también dejará ver su verdadera sombra y nos mostrará hasta dónde será capaz de llegar. Lo hará todo por liberarse.
Macabra, cínica y necesaria como una copa fuerte ante algunos momentos de la vida. No dará tregua a sus personajes. Desmembrará sus miserias ante nosotros. Nos dejará ver lo peor de un tranquilo pueblo en el que supuestamente nada sucede. Aunque todo lo reprimido saldrá de golpe y terminará con la tranquilidad de sus buenas gentes. Disfruta de esta novela que fue prohibida en Irlanda en 1954 por sus crudas descripciones. Maravillosa.