Las voladoras de Mónica Ojeda.
por Vanessa Díez Tarí
Poner un pie a cada lado de la gallina. Pisando sus alas. Sometiéndola. Las patas bien atadas con un cordel. Habrá que reducir su lucha. Querrá vivir hasta el final. El cuchillo sobre la garganta. Con un tajo dejar caer la sangre caliente y oscura sobre el plato.
“Sangre coagulada” es un relato que me recuerda a mi abuela y a la vida rural de mi niñez. Los animales y la sangre. El viento y los olores intensos. El color de la yema de los huevos frescos. La vida tranquila. El pasar de los días. E incluso aquí Mónica Ojeda nos habla de menstruación, abortos y abuso. Y de cómo las mujeres deben defenderse. Las mujeres de campo siempre han sido fuertes y eso no es gratuito. Detrás hay lucha ante la adversidad, una vida al margen defendida con garra.
Mónica Ojeda nos golpea en cada relato. Sus voces son gritos femeninos de vivencias sin nombrar. Sucesos que se callan en la vida y en la muerte. Familias desmembradas que se desangran y se comen unos a otros.
En “Las voladoras” primer relato que coincide con el título del libro recoge un relato oral de Mira (Ecuador). Criaturas femeninas acuden volando a las casas para apropiarse de las familias. “La voladora hace que papá se manche los pantalones y que mamá cierre muy fuerte las piernas. Hace que yo me unte las axilas con miel y suba al tejado a probar el aire”. Y de nuevo el abuso y la locura. Mujeres sufriendo.
En “Cabeza voladora” un padre mata a su hija y la cabeza llega a la vecina que finalmente se verá inmersa en un ritual de mujeres que acuden a la casa de la niña muerta. El misticismo y los rituales chamánicos volverán a aparecer en «El mundo de arriba y el mundo de abajo» donde un padre intenta revivir a su hija.
En “Caminos” se desmenuza la vida de dos padres alcohólicos que dejan ver a sus hijas su sadismo sexual. Aquello degenera en violencia primero y venganza después.
En “Slasher” tenemos dos hermanas, una de ellas sorda, a cual más sádica, que se dedican a imaginar sonidos para sus mezclas de audio. Y todo degenera de forma sórdida.
En «Soroche» y «Terremoto» tenemos una crítica a la vida sexual de las mujeres, ya sea con el tipo de prácticas o con el tipo de amantes, primero serán las amigas y la sociedad las que acusarán, después será una de las implicadas.
En ocho historias Mónica Ojeda nos transmite las voces de los pueblos. El horror y la tragedia. Sangre y rituales femeninos. Violencia y muerte. Es un golpe seco y en su forma nos acerca a la belleza. Puro volcán andino.