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Parte de mí de Marta Sanz. 

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por J. Luis Romero González

Donde se demuestra que un #hastag puede expresar tanto como unos extensos párrafos.

Tenía en mis manos un librito de mi padre, ferroviario y lector del diario «Pueblo» , cuando me llegó un envío de Letras en vena. Pasé del contenido de unas pastas de cartón repujado del 1917 sobre los monumentos cordobeses a otro actual con publicaciones aparecidas en instagram en el fatídico año 2020, bisiesto. De una edición andaluza a una catalana. De unas páginas introductoras del cronista local al contenido gráfico en blanco y negro a las de – en color- de personas, familiares, librerías, animales de compañía, ciudades, paseos, platos de cocina, versos, objetos,… que forman parte de Marta Sanz. Parte de ella. A su entrega a los lectores sólo se le puede corresponder y responder desde la intimidad. Lo hago con lo que valoro como parte de este lector veterano: la fotografías de mis tres hijos y de dos nietos. Parte de mí, como el título. Gracias, Marta Sanz por compartir este texto de Anagrama editorial. No coincido con todos los comentarios de la autora – ni los de mi mujer, hijos, nietos- por lo que reconozco su valentía al realizarlos. Me asombró y por unos instantes, desilusionó este «extraño» texto que comienza el 17.4, San Elías profeta mayor, con una fotografía de la caja de hilos de su abuela. Y en esa primera página me ganó Marta, porque tengo la imagen de la caja de costura de mi tía abuela Curra Clérico que confeccionaba chaquetas mientras sus sobrinas, Soledad y Antonia González, realizaban los pantalones que ponían en manos de un sastre del centro de la ciudad. Omito el nombre del mismo pero no todos los trajes de caballero de su taller salían de sus prestigiosas manos.

Día a día va aumentando el texto que acompaña a las fotos, siendo el inicial – la caja de los hilos- de un sólo renglón y el último –en la festividad de San Silvestre, el día de las uvas y el cumpleaños de la autora– de 32 renglones. Como hacemos también los meros aficionados a Instagram, todos con los #hastag correspondientes y, entre ellos, #partedemí. Salvo en este último, como si Marta Sanz se hubiera entregado entera a sus lectores y la no le quedase nada de sí para confiarnos. Y tanto el texto como su pensamiento creador ya fuera #partedenosotros, #partedetodosloslectores

Dedica el día 1 de mayo a su abuela Juanita, obrera de una fábrica de perfumes. No conocí a mis abuelas, pero imagino a Soledad Clérico con sus tejidos, patrones, carboncillo blanco, tijeras imantadas para recuperar las agujas caídas, almohadilla de alfileres,… y tosiendo mientras termina su labor para un pudiente señor desconocido. E invento a mi otra abuela, Teresa Muñoz,
sacando adelante a sus diecisiete hijos. Remotos rostros y recuerdos de mujeres trabajadoras que comparto con Marta Sanz. No recibí cartas como ella en sobres pintados, de su amigo Karras, cuyo continente gráfico admiraría el funcionario de Correos. No me llegaron románticas ni insulsas, ni en verso ni prosa. Sólo algunas postales que las leería el cartero de Pablo Neruda – asalariado de Antonio Skármeta- o cualquier otro. Pero aún guardo algunas felicitaciones infantiles (“Quisiera regalarte dulces y pastelones, pero temo que en tu casa se los coman los ratones. Tu amiga Conchi, la Chata”). Estas misivas destinadas a Marta, tan íntimas, sólo tiene un único #hastag: #partedemí.

Parte de mí de Marta Sanz
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