Los migrantes de Marcelo Simonetti e ilustraciones de María Girón
por Soraya Pérez
La inocente, limpia y sin prejuicios mirada de la infancia es una de las cosas más preciadas de la vida y algo que, por desgracia, termina desapareciendo, enegreciéndose y, casi con seguridad, adoctrinando con el paso de los años. En un mundo ideal o utópico, esas pulcras, como un lienzo en blanco, mentes infantiles, perdudarían hasta la adultez y solo así, quizás, muchos de los problemas del mundo ni siquiera existirían. ¿Parece esto más una disertación filosófica que una reseña de un libro infantil? Puede ser, pero es que después de leer “Los migrantes” de la Editorial Kalandraka, hay demasiadas cosas, ideas y sentimientos que bailan por mi cabeza, pero ¿por qué
Porque “Los migrantes” de María Girón y Marcelo Simonetti es, sin duda, un tortazo en la cara para todos esos adultos que, con nuestras mentes adultas, leamos este libro y, por otro lado, un jarro llenito de realidad y ternura si lo leemos con niños. Y es que cuando los adultos escuchamos la palabra “migrantes” nuestra ideas preconcebidas se ponen al acecho. Sin embargo, nuestros pequeños son, precisamente, una calcamonía de Pauli y su hermano, los protagonistas de esta historia.
Una historia donde nuestros protagonistas se enfrentan a algo desconocido, un nuevo término mencionado en clase por la profesora Alicia: la palabra “migrante”. Y es que ¿a qué se refiere alguien cuando menciona tal cosa? Pauli y su hermano no lo tienen nada claro y hacen sus propias cábalas, porque el desconocimiento es a lo que te lleva, a lanzar hipótesis al aire sin una base real. Hasta que al día siguiente, cuando nuestros protagonistas llegan a clase, se encuentran con dos nuevos compañeros de un país extranjero y con los que Pauli y su hermano congeniarán desde el primer segundo.
Y toda esa bola que hacemos los adultos, con ideas preconcebidas, que tenemos cuando alguien lanza a la palestra la posibilidad de tener en nuestro entorno alguien “migrante”, para el limpio y sin adoctrinamiento cerebro infantil es una oportunidad de crecimiento, conocimiento de otras culturas y de confraternización con aquellos que son iguales a ellos en el interior pero diferentes a ellos en color.