Perfectamente imperfecta Carla Gracia Mercadé
por Susana Flores
¿Y si la imperfección fuera la forma más real de vivir?
Si algo me ha quedado claro con Perfectamente imperfecta es que hay historias que llegan sin hacer ruido, pero se te quedan dentro. Al principio pensé que sería una lectura tranquila, algo más familiar o cotidiana, pero poco a poco me di cuenta de que iba mucho más allá.
Ruth es una mujer que desde fuera, parece tener la vida bajo control: una casa bonita, un buen trabajo en la universidad, un marido atento y dos hijos adorables. Pero esa estabilidad se empieza a tambalear cuando a su hijo pequeño le diagnostican rasgos autistas y su mundo, que siempre había sido tan ordenado, se llena de incertidumbre. A eso se suma que su madre, enferma terminal, decide casarse con un playboy italiano en un glamping, algo que Ruth no termina de digerir. Entre la preocupación, la culpa y las ganas de mantenerlo todo en pie, su psicóloga le propone hacer una lista con las cosas que está aprendiendo de su hijo. Lo que parece un simple ejercicio acaba convirtiéndose en una forma de enfrentarse a sí misma y a todo lo que lleva tiempo evitando.
Los personajes me han parecido muy humanos, llenos de matices. Ruth, sobre todo, está llena de contradicciones: por un lado quiere mantener el control, aceptar lo que la sociedad espera de ella; por otro, siente culpa, dolor, incomodidad, y poco a poco va dejando caer máscaras. Su hijo Martí es el motor de toda la historia, pero también un espejo en el que Ruth aprende a mirarse de otra forma. Y alrededor de ellos, los secundarios: su madre, su marido, los terapeutas e incluso el pasado que Ruth creía olvidado aportan perspectiva y complejidad a la trama, mostrando diferentes maneras de afrontar el dolor y la vulnerabilidad.
Al principio me costó entrar en la novela. Esa mezcla de expectativas sociales ideales, la presentación de Ruth como alguien que lo tiene todo, la forma en que va describiendo sus rutinas y esas pequeñas tareas, me parecían demasiado tranquilas, demasiado previsibles. Pero pasado un cierto punto, cuando empiezan los conflictos internos con su hijo, los desencantos del matrimonio, el reencuentro con su pasado, la historia cobra fuerza, se vuelve más honesta, más visceral. Los recuerdos olvidados, la necesidad de sanar heridas del pasado, todo eso hace que la novela gane en verdad, en profundidad.
Lo que más me ha gustado es la sensibilidad con la que Carla Gracia Mercadé trata temas tan delicados como la maternidad, el autismo, la culpa o la presión social por “hacerlo todo bien”. Hay ternura, pero también crudeza; momentos en los que te ríes y otros en los que se te hace un nudo en la garganta. La autora no busca idealizar, sino mostrar la belleza que hay en lo imperfecto.
En general, me ha sorprendido para bien. Aunque no es una lectura fácil, a terminado siendo de esas novelas que te remueven, te hacen pensar y te obligan a mirarte con un poco más de compasión. Es una historia honesta, valiente y muy humana.
Si buscas una lectura real, con emociones de verdad y personajes que no huyen de sus sombras, Perfectamente imperfecta es una de esas novelas que te dejan pensando mucho después de pasar la última página.