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La Niña de Oro de Pablo Maurette

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por Lara Vesga

La Niña de Oro de Pablo Maurette

La Niña de Oro de Pablo Maurette

Leí en una entrevista al Diario de Sevilla que Pablo Maurette (Buenos Aires, 1979) se crió leyendo libros de Anagrama en un idioma castellano con muchos términos que desconocía y a través de los cuales aprendió palabras que le encantaron, como gilipollas. También se preguntaba cómo sería para un español leer un libro muy argentino. Pues bien, pertrechada con la barra de búsqueda de Google tengo que decir que he aprendido muchas palabras y expresiones argentinas. Ahora sé, entre otras muchas cosas, que opa es alguien ingenuo, y ya adelanto que hay varios opas en este libro. Y también que Silvia Rey, una de las protagonistas de la novela y que es la secretaria de la fiscalía, es un hueso duro de roer que no parará hasta que le cierre todo. O dicho en castellano, hasta que todo le cuadre. Pero, adelanto también, no será esa una tarea fácil.

«La Niña de Oro» nos traslada a vísperas de la Navidad del año 2000, a una casa de Buenos Aires donde ha aparecido asesinado el anodino profesor de biología Aníbal Doliner. Se hace cargo de las diligencias Silvia Rey, quien se ve obligada a cancelar unas vacaciones que necesitaba como agua de mayo. Las pintas apuntan en un principio a un chico albino apodado Copito, pero lo que en un principio parecía ser un caso de fácil resolución, se va complicando y enmarañando hasta tal punto que nada acaba por ser como pintaba al comienzo.

Todo es impagable en esta ingeniosa novela de altísima literatura. Lo es la construcción de los personajes, de una envidiable brillantez, sobre todo el de Copito, que aunque nunca aparece, todo gira en torno a él; lo es la sofisticada prosa; lo son los excelentes diálogos que hacen que el lector caiga en la trama como si de un foso se tratara, como los que mantiene Silvia Rey con su anciano padre; lo es la capacidad de romper moldes en el género policial: sí, esto es una investigación que hay que resolver, pero aquí se juega no solo con la lógica deductiva sino también con el pensamiento mágico y el azar, algo que sigue moviendo al ser humano en pleno siglo XXI; y, por último, también lo son los temas tratados: la soledad, la curiosidad por quienes son diferentes, la bibliofilia, la magia negra, las conexiones inesperadas, los sueños rotos, la corrupción y los acertijos. No exagero si digo que «La Niña de Oro» vale su peso en él.

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