Los aerostatos de Amélie Nothomb.
por Vanessa Díez Tarí
Los aviones son la obsesión de mi padre. Cada vez que veo uno me acuerdo de él. Me llevaba de pequeña a verlos aterrizar. Nuestro joven protagonista siente la misma pasión por los zepelines, nunca he subido en uno, ni en un globo. En avión sí, mi padre subió a su primer avión hace un par de años. Otros nos tienen que empujar a salir de nuestro enclaustramiento. Ange enseña literatura a Pie, pero también lo saca de la apatía y le devuelve las ganas de vivir. Le anima a explorar el mundo y salir de las garras paternas. Acercarse a otros. Dejar el aislamiento y atreverse a vivir.
Nothomb en «Los aerostatos» se adentra a cuchillo en la familia y descuartiza sin miramientos las ambigüedades y aquello que se oculta ante los demás. El tema del padre ya aparece en otras novelas y aquí lo recupera. Padres negligentes, carentes de amor y calidez hacia sus hijos. Les entregan todo lo material, pero a cambio ejercen un obsesivo control parental. El hijo es propiedad y no se le permite crecer. Encerrado en una urna. Sin aire. Un adolescente asfixiado y aislado socialmente. La madre ausente no equilibra lo que el padre aniquila, pues el hijo en vez de encontrar refugio en ella al darse cuenta de que huye de la realidad empieza a sentir hastío por ella. Así es en Ange, su joven profesora, en quien encuentra un amarre que le aleja de la depresión, un primer amor que le muestra otro camino posible.
Así Nothomb en un par de páginas nos da un doble giro inesperado. Cierre y fin. En menos de ciento cincuenta páginas nos atrae, nos retiene, nos da una clase de literatura comparada y resuelve la frustración de un adolescente que estaba convencido de estar muerto en vida por culpa de un padre controlador que amargaba su existencia. Tomar acción.
Nothomb plantea la literatura como semilla del cambio. Subversiva. El conocimiento como causa de tomar otro camino. Despertar aunque sea hacia el caos y la autodestrucción. Abrir los ojos. Hacer el propio camino aunque el precio sea alto. ¿Qué harías si estuvieras encerrado? Si otros decidieran tu destino. Si te sintieras muerto.
