Mano de mujer. Método y arte de la caligrafía japonesa de María Eugenia Manrique
por Soraya Pérez
El arte de poner a la mujer no solo en el centro de la historia sino como dueña de su vida, ha sido unas de las cosas más complicadas y que más luchas han traído dentro del mundo académico. Mujeres relegadas a un segundo plano, totalmente desprovistas de medios para alzar la voz o ser ellas mismas ha sido el día a día para muchas que, a pesar de la lucha, no lograron aquello por lo que pelearon. Pero lo que María Eugenia Manrique ha plasmado en Mano de mujer sobre las mujeres japonesas es de digna conservación en un museo. Ella, licenciada en Bellas Artes y con formación en caligrafía y pintura tradicional china, ha sacado a la luz en este libro el arte del hiragana, la escritura creada por las mujeres japonesas que vivieron en el período Heian.
Éstas mujeres, que ocupaban un lugar central en la vida social y política de Japón, y que pasaron a un segundo plano con la llegada del confucianismo, e incluso se les negó el aprendizaje de los kanji, crearon el hiragana en contraposición para poder expresarse con libertad y sin miedo. Esta escritura caligráfica, llamada también Omnade o “mano de mujer” ha sido calificada como libre y expresiva, así como puro arte para llegar a tu ser más interior.
Con absoluto detalle, su autora se abre en canal y plasma de una forma tremendamente elegante, refinada y altruista todos sus conocimientos sobre el hiragana. No solo nos muestra los 46 modelos del kana que conforman la escritura, sino que además nos enseña, con palabras e imágenes, el elegante mundo de la preparación a la escritura, el cuidado de los materiales o la delicada colocación de la mano al agarrar el pincel. Nos presenta el hiragana como una escritura delicada y femenina con la cual, y gracias al ejercicio de la práctica, podemos llegar a un estado meditativo de calma mental y armonía con el cuerpo. Una escritura femenina y delicada, que incluso muchos hombres de la época comenzaron a utilizar porque, precisamente, ésta era la única que les permitía expresarse con ternura y suavidad, pasó de ser un elemento en la sombra a convertirse en la escritura que hoy en día es considerada básica para el aprendizaje del japonés. Y es que gracias a María Eugenia Manrique, no solo se pone en valor el arte caligráfico nipón, sino el buen hacer de unas mujeres que jamás hubieran imaginado ser escuchadas en el siglo XXI.