Trilogía el ciclo del jardín. El jardinero de Grian (Antonio Cutanda)
por Ana Olivares
Mira como crecen las flores
En esta ocasión, os presentamos la primera parte de una trilogía titulada El Ciclo del Jardín, una narración ambientada en un escenario bucólico y fantástico pero muy tangible, desde el que su autor, nos alimenta y reconforta en espíritu con sus enseñanzas o filosofía de vida. Ya que se trata de un compendio de fábulas o de conversaciones metafóricas existenciales, no lo podemos catalogar como de autoayuda, sino como cuentos de crecimiento interior.
Hablamos del Jardín de la Vida, en el que se encuentra la Puerta de la Paz y del Amor. Nuestro extraño protagonista -que más tarde nos resultará familiar-, es un jardinero especial que dialoga con las plantas, las flores, los árboles y toda clase de seres mitológicos propios del lugar; también con personas humanas como él. Gracias a sus bellas conversaciones, a modo de metáforas, o fábulas moralizantes entremezcladas con un lenguaje cercano y amable que reconforta y nos alienta en el camino. Con un mensaje de esperanza en el que encontraremos grandes verdades que permanecían dormidas dentro de cada uno de nosotros y nosotras. Todo rodeado por un hermoso jardín que iremos imaginándonos, ya que, en sí, encontramos pocas descripciones, quizá se trate de que cada cual pueda elegir su jardín personal ideal.
Este Jardinero, o maestro, goza de compartir sus conocimientos, pues son la clave para encontrar el verdadero camino que nos conduce al Amor y a esa paz ansiada, tan necesaria en estos tiempos frenéticos en los que nos vemos inmersos. Formamos parte de una sociedad colectiva, sin embargo, solo trabajando desde el individuo encontraremos las claves necesarias para el bienestar personal y este a su vez influirá en el conjunto. No se trata de ir contracorriente, sino de detenernos y apartarnos a un lado para observar y escuchar nuestra naturaleza con atención. Encontraremos títulos tan específicos y sugerentes como Los cantos de Dios, La mala hierba, Del amor de los árboles, El misterio de la vida, El monje, La pequeña planta, a transformación, El manantial de las miradas, El espíritu del viento, El espejo, El viejo olivo, El hada triste, La llanura blanca, El lenguaje de la vida, La visión o Las puertas del misterio, entre muchos otros. Como gotas de rocío que nutrirán nuestro jardín interior. Este Jardinero no asume tener la verdad absoluta, pero sí es fiel a la suya propia. Un canto al individuo que entre enseñanzas con un transfundo espiritual y en ocasiones con conceptos y simbología religiosa. Todo ello a base de relatos muy cortos, que en ocasiones ocultan importantes verdades. Otros parecen demasiado obvios, pueden servir a modo recordatorio y otros pueden resultar repetitivos o similares a los ya descritos. Es cierto que su lectura, sosegada invita a la calma y a la reflexión, amparada en esa energía de vida que nos presta el escenario de un jardín. Quizá lo mágico aquí sea dejarnos llevar por aquellos rincones bonitos y curiosos de este Jardín tan especial; en el que depende de con qué ojos miremos, podremos apreciar o no a esos seres fantásticos que lo habitan. Con suerte, lograremos formar parte de él o bien, convertirlo en un rincón especial al que acudir en busca de paz.
Su título nos recuerda a El Jardinero de Tagore, con su lírica existencial y esencial, pero en prosa y con un estilo más teológico. Un tema recurrente, por tanto, necesario dentro de una sociedad cada vez más desconectada de la realidad y de la Naturaleza. Resulta curioso que a través de la ficción y de personajes fantásticos como hadas o duendes podremos reconectar con esa verdad esencial que significa el presente.
Un buen libro con el que detenerse a recordar y repasar aquellas verdades existenciales que nos permiten avanzar y evolucionar con mayor confianza y bondad. Además de recordarnos la importancia de mantenernos siempre en el presente para concentrarnos en el camino que nos ha tocado deambular. Y en un mundo en el que parece que olvidamos lo esencial, se trata de una parada obligatoria para todos y todas aquellas que deseen reconectar con su yo más primitivo y sincero. Porque somos almas dentro de cuerpos perecederos que por instinto buscan la luz y la energía de eso que algunos llaman espiritualidad. Mantener encendida la llama de la esperanza resultará más fácil tras su lectura.