Por Sandro Maciá.
Dicen que la primavera es alegre, bonita, colorida… Que es la estación que antecede al verano. Que las chicas empiezan a enseñar las piernas y los chicos ya podemos colgar las camisas para ir un poco menos “encorsetados”. Que con ella llega el momento del desenfado y de las tardes largas –al sol o a la sombra-. En definitiva, que estar triste en esta época del año debe ser, cuanto menos, una muestra de chulería hacia la vida y el mundo, ¿no?
Bueno, pues si es así, me autocalifico desde ahora como el hombre más chulo del planeta, como aquel valiente que se atrevió a confesar tal día como hoy, en plena primavera, que estar triste durante los meses en los que se abren las flores y cantan los pájaros es posible. Y no es que sea yo de ésos que siguen un estilo de vida basado en las tradiciones góticas o en la eterna búsqueda de la decadencia como forma de autorrealización. No, lo que me entristece es algo tan simple como que mis futuros hijos ya no comprarán nunca un disco de Deluxe, que ya no irán a un concierto del gallego y su banda o que ya no sabrán de qué les hablo cuando les cuente todo lo relativo al éxito de temas como Que No o If Things Were to Go Wrong.
Ellos -mis supuestos futuros hijos-, ni se molestarán en investigar y conocer que el cantautor de A Coruña que nos presentó Atlántico (Esmerarte, 2012) la semana pasada bajo el nombre -ahora real- de Xoel López llenaba salas de conciertos cuando se hacía llamar Deluxe y cuando presentaba las canciones de sus laureados Los jóvenes mueren antes de tiempo (2005, Mushroom Pillow) o Reconstrucción (2008, Mushroom Pillow), dos de sus múltiples trabajos.
Ahora, mostrándose al público con el nombre que le vio nacer, Xoel nos presenta en Atlántico una colección de temas vitalistas pero sencillos que nos permiten soportar la pena de perder un grande del pop y nos descubren a un poeta, a un escritor que se había refugiado en arreglos elaborados y letras en inglés para sorprender, justo ahora, con un disco que se aproxima al estilo de grupos como Vetusta Morla -en lo que a versos se refiere- o al de Amaral -entendida la comparación en términos de contundencia y producción-.
Si su single Tierra sirve de suave transición entre el estilo poético actual y el pop enérgico de sus primeros trabajos, canciones como Caballero o Joven Poeta remarcan el cambio y nos muestran que este artista no se ha querido conformar con el registro que le dio la fama sino que está en constante evolución, cosa que, aunque a veces nos haga añorar sus etapas anteriores, nos hace mantener esa ilusión por lo desconocido, esa incertidumbre de no saber con qué nos sorprenderá próximamente. ¿O ya nadie recuerda cuando, en pleno éxito de Deluxe, el señor López decidió embarcarse en un proyecto como La Caravana Americana?
En fin, que por mucha pena que nos de, con Atlántico se confirma que ha llegado el momento de decirle adiós al popero Deluxe para saludar al poeta Xoel López. Una despedida agridulce pero, siendo sensatos, necesaria.