Cada cual tiene sus horizontes, sus mitos personales, los lugares que quiere recorrer. Los míos son escasos, pequeños. Pero los tengo claros. En música, cine, literatura, artes plásticas.
Me encanta el cine de José Luis Garci y he visto muchísimas de sus películas, retrato de
un tiempo y una sociedad que evolucionan: «Asignatura pendiente», «Asignatura aprobada», «Volver a empezar», «El crack», «El crack 2», «El abuelo», «Canción de cuna», la bellísima «You´re the one» y entre las últimas «Tiovivo 1950».
Me enloquece Salvador Dalí, seguidor del Barça como servidor. Siento fascinación y misterio por los retratos de Amadeo Modigliani. ¡Qué decir de Velázquez, El Greco, Remblandt, Rubens como Botero en los siglos XX y XXI y la serie negra de Goya en la Quinta del Sordo.
En Literatura alzo mi pluma en señal de homenaje a mi gran maestro D. Miguel Delibes, a quien por desgracia nunca llegué a conocer en persona. Leo con intensidad e interés las novelas de mis admirados Luis Landero, Eduardo Mendoza, Arturo Pérez Reverte. Quedo absorto con los retratos psicológicos y sociales de Paul Auster. Sí, soy austeriano a mucha honra aunque reconozco su autobiografía novelada «Diario de invierno» no me ha convencido del todo. Pero qué decir de «El Palacio de la Luna», «Brooklyn Follies», «El libro de las ilusiones», «Sunset Park», la trilogía de Nueva York. Rindo mis líneas ante el magisterio de Enrique Vila-Matas, Hakuri Murakami, José Saramago, Philip Roth…Ojalá algún día mi literatura e hipotéticas novelas puedan alcanzar el mínimo de profundidad, reflexión, emoción y preguntas sobre el hombre y su tiempo que las obras de estos escritores marcan. Por supuesto, caigo a los pies de los clásicos españoles que siguen hablando en sus libros. Imposible olvidar a D. Miguel de Cervantes, «El lazarillo de Tormes», «La Celestina», a D. Mariano José de Larra, D. Miguel de Unamuno, D. Benito Pérez Galdós…Y en poesía la lista se ahonda: la palabra esencial en el tiempo de D.Antonio Machado, Rafael Alberti, Fray Luis de León, León Felipe, Claudio Rodríguez, Fernando Pessoa, Eloy Sánchez Rosillo, Pascual Micó, Juan Ángel Castaño y un largo número de poetas que han alcanzado el tiempo eterno para mí.
Sin embargo, en el mundo de la música, soy un ignorante, un limitado, un escuchador de las canciones que verdaderamente me gustan: U2 me enloquece, Aute, Sabina, Los Secretos, Revólver, Radio Futura, Duncan Dhu, Mecano, Miguel Bosé y sobre todo el cantautor conquense José Luis Perales.
He escuchado multitud de sus discos y canciones registradas en más de 450 en la Sociedad General de Autores (SGAE) desde el lejano 1973 y su Lp «Mis canciones» que incluía la famosa «Celos de mi guitarra» hasta «Calle Soledad», su última creación editada este mismo año del Señor de 2012. Perales ha reconocido que él quería ser compositor más que cantante. Por timidez, por defender a ultranza su vida privada y no perder lazos con su mujer, Manuela. De su mujer, Manuela Carrasco, ha dicho: «…yo, si no fuera por Manuela estaría perdido». Y lo podemos entender como una verdad profunda que sale de la fontana del alma. ¡Cuántos hombres y mujeres están perdidos en mitad de la soledad sin aire ni salida a causa del desamor, el amor no correspondido, la incomunicación, la ruptura y la muerte del amor en pareja…!
Las canciones de José Luis Perales son sencillas pero profundas, directas a los sentimientos que viven en el corazón humano. Él ha cantado tantas y tantas veces al amor y al desamor: «¿Y cómo es él?, «Celos de mi guitarra», «Me llamas», «Quisiera decir tu nombre», «Te quiero», «El amor». Ha cantado a la amistad, a la madre, al tiempo que pasa y nosotros con él, a los drogadictos, a las prostitutas, al hombre anónimo de la calle que a nadie importa, a tantos y tantos.
Quizás le hubiera gustado ser más compositor y ha creado canciones en España para Isabel Pantoja, Raphael, Miguel Bosé, Mocedades, Julio Iglesias, Rocío Jurado, Jeannette (con su famosos tema «¿Por qué te vas?, que Carlos Saura incluyó en su película «Cría cuervos»), Paloma San Basilio, Rosa López. Para la cantante venezolana Mirla Castellany la cantautora guatemalteca Shery. Perales ha recibido más de 100 discos de oro y platino y vendido 50 millones de copias en todo el mundo donde ha pisado escenarios en Nueva York, Miami, Chile, Uruguay, Perú, Ecuador, México, Argentina, Panamá, República Dominicana.
A sus 67 años vuelve a editar disco: «Calle Soledad», después de 6 años de silencio. Uno temía que su carrera hubiera acabado pero después de escuchar sus nuevas canciones con bello y equilibrado acompañamiento musical a quien les dedica buena parte de su trabajo, percibo cierta monotonía en algunas composiciones. No observo los saltos de sentimiento y tonalidad vocal de otros tiempos. Supongo que el paso del tiempo es un juez inexorable. De este último trabajo me gustan: «Breve como la luz», «Aún te quiero», «Canción para Manuela», dedicada a Aldeas Infantiles S.O.S, entidad solidaria con la que colabora normalmente, «Por qué seguir viviendo» y sobre todo «Olvídame si puedes» que ya he escuchado unas cuantas veces y sigo oyendo y diciéndome cosas nuevas. Siento de verdad comentarlo pero observo más monotonía melódica que en otras ocasiones algunas canciones no me convencen. Es mi humilde opinión aunque he disfrutado como un tonto la arribada de este nuevo disco que temía que nunca llegase.
Mi admiración por la música y el carácter de este hombre me ha llevado a tierras de Cuenca con mi amigo Miguel Ángel en busca de sus pasos. En la zona antigua, cerca de las Casas Colgantes, alguien me dijo que en una casa del casco antiguo vivió una etapa de su vida José Luis, como le llaman por allí. En un restaurante de la zona noble, el posadero nos comentó que «en esa mesa se sentaba a comer José Luis». La cercanía del nombre, la distancia del apellido. «Por aquí estuvo, por allí pasó, por allí…».No acercamos los pasos hasta Castejón, su ciudad natal, donde tiene su estudio, su refugio para componer canciones, como las que podemos escuchar en «Calle Soledad».
En fin, mi respeto y admiración por la música de este hombre a pesar de correr el riesgo de que alguno/a me acusen de friki. No importa. Cada cual sigue su camino, como decíamos al principio de la jornada.