Por Vanessa Díez.
Fue Glenda Bailey, la editora jefe de Harper’s Bazaar, quién decidió apostar por una nueva portada de su revista con Gwyneth Paltrow vestida con un sexy vestido negro de Yves Saint Laurent. Se la ve cómoda entre bambalinas en la sesión del fotógrafo Terry Richardson, cuenta la experiencia en su blog, un día fuera de su cotidianidad en la que está más centrada en estos últimos tiempos. La edición americana de la revista se rediseña y presenta en marzo su nuevo look. Es agradable ver que se está marcando tendencia en mostrar mujeres maduras, no tan niñas o aniñadas, con un trasfondo de salud, apostando por creer en una misma y no atacar de forma invasiva al rostro y al cuerpo del que se disfruta. Gwyneth asume con naturalidad las arrugas propias de la edad y se ha declarado enemiga del botox. Practica un estilo de vida natural con clases de yoga y dietas macrobióticas. Acude a su dermatóloga, la famosa Vaishaly Patel, para cuidarse con diversos tratamientos, pero no quiere inyectarse la toxina que está tan de moda entre las celebrities, incluso llegando a paralizar parte de algunos rostros. Sólo abusa del sol, aunque su dermatóloga la reprenda.
Fue con Seven de Tracy Mills en 1995 cuando los medios empezaron a fijarse en ella, pues comenzó un romance con su compañero de reparto Brad Pitt que casi culmina en boda, hubo anillo de compromiso por medio y todo. Aquello quedó en nada y ambos siguieron sus vidas. No volvió a acaparar las portadas del papel cuché como en aquellos años, pues desde que se casó con Chris Martin, líder de Coldplay, con quien tiene dos hijos (Apple y Mooses) ha vivido una existencia discreta y por su familia ha bajado su ritmo profesional. Ha mantenido su matrimonio fuera de las cámaras de los paparazis, pero en la entrevista habla sobre su relación, sobre el compromiso, incluso cuando significa dejar que su carrera en un segundo plano como “asiento trasero de la de su marido”. “Tengo niños en la escuela… quiero mantener mi matrimonio y mi familia, así que tengo que estar aquí cuando (Chris) llega a casa”. Está en un buen momento y afronta su relación actual con madurez. “Creo que uno cae dentro y fuera del amor, y simplemente se sigue adelante”. “Y cada vez que pasas por una fase muy difícil, redescubres algo nuevo y mejora. Hemos estado casados por más de ocho años, y todavía estamos juntos.”
Ha asegurado que come lo que quiere. «Me gusta el pan, el queso y el vino, es lo que hace que mi vida sea más divertida y feliz». Para compensar, Paltrow dedica hora y media cada día a realizar los precisos ejercicios aeróbicos que le marca su entrenador personal, Tracy Anderson. Sin olvidar los periodos de dexintoxicación (alimentaria). En anteriores entrevistas ya dijo que “Trabajé duro para estar así, pero ahora que estoy aquí es genial ya que no tengo que preocuparme de ello. Puedo disfrutar la vida […] Puedo comer lo que quiera, siempre y cuando haga ejercicio; lo cual es genial porque si pongo la palabra “dieta” en mi cabeza, inmediatamente fracaso”. “Tengo que subir de peso no puedo ser una de esas personas, me volvería loca, me gusta la comida en exceso, me gusta mucho el alcohol, me gusta el helado mucho, no se…. no se puede vivir así. Sería tan profundamente aburrida estar siempre estricta conmigo misma”. Asegura que con cada cumpleaños que pasa, “me hago de mente más abierta y menos crítica conmigo… La vida es larga”.
Sus 20 años, admite, «no eran muy felices», a pesar de su trayectoria con un Oscar y un Globo de Oro a Mejor Actriz por Shakespeare in Love. Cree que es poco probable que encuentre otro papel como aquel «Yo no creo que vuelva a leer un guión tan bueno otra vez. Tom Stoppard es un genio». Trabajó en 2011 en la serie Glee y en la película Contagio. Habrá que esperar a 2013 para verla en Iron Man 3.