Me quedo realmente perpleja cuando leo la definición de “histeria”: dícese de la “enfermedad del útero”, la cual se curaba a través de masajear los genitales con un dedo dentro empleando aceite de azucenas, raíz de almizcle o azafrán. Así era como la mujer se excitaba (concretamente las viudas, aquellas que llevaban una vida de castidad y las mujeres religiosas). Por lo tanto, el tratamiento de esta dolencia era el masaje genital hasta el orgasmo realizado por un médico o matrona. La petición de este tratamiento tenía dos orígenes, por una parte la prohibición de la masturbación femenina por no ser casta y, por otra parte, el fracaso de la sexualidad para producir regularmente en la mayoría de las mujeres.
Todo esto queda reflejado en el libro “La tecnología del orgasmo: la histeria, los vibradores y la satisfacción sexual de las mujeres”, escrito por la historiadora Rachel P. Maines.
Un libro pionero y divertido que trata una parte de nuestra historia social y tecnológica y que a la vez proporciona una vista clara de las ideas contemporáneas sobre la sexualidad de la mujer. Sin duda, una gran labor que ha hecho esta historiadora, en la cual se puede observar cómo ha evolucionado la sexualidad femenina desde el año 1653 hasta la actualidad.
Por aquel entonces, el modelo de heterosexualidad saludable, históricamente hablando, es la penetración de la vagina por el pene hasta el orgasmo masculino. En muchos periodos, se ha observado clínicamente que esta conducta no consigue producir orgasmos de manera regular en más de la mitad de la población femenina, por lo que el matrimonio no siempre curaba la enfermedad y los doctores heredaron la tarea de producir orgasmos en las mujeres porque era un trabajo que no quería hacer nadie, algo que, sinceramente, me sorprende.
Mientras que ahora las mujeres tenemos un papel muy importante en el sexo, antes no era así, y el sexo se componía exclusivamente de tres partes: la preparación de la penetración, la penetración y el orgasmo masculino. Si la mujer alcanzaba o no el orgasmo, era algo secundario y, encima, según los investigadores, más del 70% no alcanzaban regularmente el orgasmo con la penetración sin más, por lo que las chicas pasaban a ser “anormales” o “frígidas”, ¡encima!. ¿no será que los hombres no saben hacernos disfrutar?
Por desgracia, me he topado con hombres que no duran nada practicando relaciones sexuales, sólo les importa SU ORGASMO, y si tú no has llegado al tuyo… ¡se siente!
Pero por suerte, hay otro tipo de chicos que son increíbles en la cama y al contrario que los anteriores, se preocupan primero de que la chica llegue al clímax y luego… ya vendrá el suyo.
A día de hoy, todavía hay hombres que no entienden que la sexualidad es cosa de dos, ¡ah! y por cierto chicos, el clítoris, ¡sí existe! Otra cosa es que sepáis encontrarlo…
Pero siguiendo con el libro y más concretamente con la histeria, según decían los filósofos, el útero. Inflamado y desconectado ahogaba o asfixiaba a la paciente, puesto que decían que éste, lleno a rebosar de semen sin gastar, se rebelaba contra la privación sexual, y por tanto, la cura era provocar la expulsión del exceso de fluidos a través del orgasmo, ¡bendito orgasmo!
¿Y cual es una de las causa de la histeria según los filósofos? La masturbación, “un vicio solitario”, algo curioso si se supone que las principales enfermas de histeria eran las mujeres y los hombres los principales masturbadores. Así que lo único que me queda claro es el excesivo machismo que había también en el aspecto sexual.
“La tecnología del orgasmo”, una forma de recorrer el pensamiento sexual y de cómo ha evolucionado, afortunadamente.