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Por Vanessa Díez.

Marilyn murió de una sobredosis, causa probable suicidio. Últimas sesiones con Marilyn es el documental de Patrick Jeudy basado en la novela de Michel Schneider. Retales del lado oscuro de una mujer rota por sus orígenes que crecieron ante la dicotomía que supone la realidad y la ficción en el celuloide, no todo era lo que parecía. Sus treinta meses de psicoanálisis con Ralph Greenson nos muestran la angustia y la amenaza de autodestrucción de una mujer perdida. Habla de cosas dolorosas sin dolor. Se considera maltratada y mal pagada. Siempre llega tarde a los rodajes, a veces drogada,  pues tiene problemas para enfrentarse a sus escenas. “Me gustaría desaparecer en la imagen o fuera de ella, pero desaparecer”, le confía a su psicoanalista. “Siempre tengo miedo, hasta me da terror ponerme ante la cámara, incluso los diálogos, pero con el cuerpo me es muy fácil”. Tenía miedo cuando tenía que hablar, decir los diálogos delante de la cámara; pero cuando se sentía así sólo conocía un remedio, las fotos, ya que se hacen en silencio no hay que hablar. Ser fotografiada es ser acariciada sin riesgo. “¿De qué tengo miedo? ¿De no poder actuar? ¿De no poder hacerlo? Sé que no tengo que tener miedo, pero no tener miedo sería no ser”. Llegar tarde es asegurarse que los demás la esperan y que no la sustituyan por otra persona. En ese momento se ocupa de su imagen y del texto que va a decir. Según ella el que ama es siempre quien espera al otro.

Posé desnuda cuando era modelo, me miraba en los espejos y en la gente para saber quién era. Cuando salgo del camerino Marilyn desaparece, sólo soy Norma Jean”. Ya cuando tenía veinte años vendía su cuerpo ante fotógrafos y directores de cine adulto, ante los espectadores que después la verían, hizo lo necesario para sobrevivir. En Something’s Got to Give aparecería en una piscina desnuda, no es la imagen lo que le avergüenza sino la palabra. “Los hombres no me miran, me comen con los ojos”. Cada vez que se siente abandonada se comporta como una huérfana, una masoquista, provoca que la maltraten y que la hagan sufrir. “Los hombres se acuestan con Marylin y se levantan conmigo”, como también decía Rita Hayworth, otra mujer que sufrió al no dejar nunca de ser Gilda, el personaje que la encumbró. A ambas las hundieron sus personajes. El amor para ellas sería una sucesión de parejas que no encajan, un hombre que las toma y después las pierde. Marylin reconoce que tiene problemas para tener orgasmos, una cosa es ser icono sexual y otra el propio placer. “No quiero que me vendan como un afrodisíaco de celuloide, estuvo bien durante años pero se acabó”. Su imagen vende sexo haga lo que haga, pero ella quiere ser actriz. Tiene miedo de volverse loca, su única forma de estar a salvo es ser otra persona por eso quiere ser actriz. El cine era doloroso, pero también era el remedio. En el rodaje de “Niebla en el alma” vomitó antes de cada escena, el papel que interpretaba era el de su madre que la había abandonado. Si su madre la hubiera mirado puede que no necesitase la atención de todo el mundo.

Cuando se casó con Miller soñó con alejarse de Marilyn pero no lo consiguió. Junto a él tuvo un primer intento de suicidio. Para The Misfits Miller escribió el personaje de Roslyn con el sufrimiento de ella. La escena que la hundió fue en la que Roslyn impide que maten a un caballo, se gira a Clark Gable y le dice te odio. Tras el divorcio y el fracaso de su última película es internada en una clínica psiquiátrica, la internan en la planta de los locos. Tan sólo doce días estaría allí. “Pertenezco al miedo, miedo a que me tomen, miedo a que no me tomen. Cuando no perteneces a nada ni a nadie como no sentir que perteneces a todos. Pertenezco a los que me quieran tomar”. Tiene miedo a la noche, a que no termine nunca. “Intentar ser feliz es tan difícil como ser una buena actriz”. Incluso se la investiga en los últimos meses por tener sexo en lugares públicos con hombres desconocidos. Su comportamiento era destructivo. A los treinta y cuatro años se siente insignificante. Criatura frágil, desequilibrada, demacrada, desgarrada. Un cuerpo angustiado bajo los flashes de la prensa. Su poema lo dice todo: Ayuda, ayuda, la vida se acerca cada vez más cuando lo que quiero es morir, ¿por qué? ¿Por quién?

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