Desde hace unos años en las librerías de España están ganando espacio los libros de autoayuda que bajo iluminadores títulos prometen la solución a casi cualquier problema que podamos tener. Como el maná han caído del cielo para solucionar los problemas del pueblo y como el maná, aunque insípidos y poco sustanciosos parecen que alimentan el alma de los lectores que acuden en búsqueda de su bálsamo.
Razones del triunfo de estos libros. ¿Por qué triunfan estos libros? Resulta difícil poder responder con certeza a esta pregunta, pero me atrevería a afirmar que estos libros logran su éxito por dos razones:
• 1º Satisfacen la necesidad de autorrealización del lector.
Un principio primordial en marketing es que todo producto necesita su público y si éste no existe hay que crearlo o asumir que el producto no tiene cabida en el mercado. Y los libros de autoayuda han ido incrementando su público a medida que la inseguridad personal ha ido creciendo. Vivimos en la sociedad dominada por la inseguridad personal. La confianza y las certezas que la sociedad vivió durante la época del Estado de Bienestar de Europa y EE.UU. han dado paso a un estado de incertidumbre y perplejidad que se han transformado, primero en inseguridad y después en miedo y ambas son incompatibles con el bienestar. Las personas temen perder su empleo, temen perder su pareja, temen perder sus ahorros, temen que la corrupción política mine sus derechos ciudadanos, temen que unos señores que no conocen tomen decisiones que les impidan pagar sus hipotecas, cierren su empresa o conduzcan a una intervención de la soberanía de su país.
• 2º El pensamiento positivo es guay. Tiene respuestas para todo.
Los libros de autoayuda son fáciles de vender, sencillos de aplicar y resultan una lectura sencilla que cualquiera puede comprender. Están repletos de frases positivas, de citas reconfortantes y ejemplos de personas positivas que lograron superar sus problemas. Estos autores, como los políticos profesionales, presentan al ciudadano métodos sencillos de aplicar para solucionar complejos problemas: si quiere solucionar sus problemas tiene que seguir mi programa; yo tengo la solución. Se acabaron sus miedos, se acabaron sus incertidumbres, yo le ayudaré a solucionar sus dudas. El esquema de este tipo de libros es simple: si quiere conseguir lo que se propone, sólo tiene que desearlo con fuerza y pensar que va a lograrlo. Si le putean en la empresa, piense que hay gente con peores trabajos; si está en paro, piense que va a encontrar un trabajo pronto; si no tiene novia no se preocupe, visualice a esa mujer con la que sueña en sus noches solitarias y logrará enamorarla. ¡Ánimo! ¡Hoy puede ser un gran día! (exactamente como lo fue ayer o lo será mañana).
El discurso meritocrático de los libros de autoayuda. ¿Por qué no ayudan? Este tipo de libros se han convertido en herramientas para la promoción del discurso meritocrático que empieza a difundirse por Europa, neutralizando la crítica social del individuo. La idea que impregna este discurso es que si quieres, puedes. Maravillosa idea para un libro de citas pero que, como sociólogo, debo decir que es totalmente falsa para el conjunto de la población.
Vivimos en sociedades altamente complejas, con una movilidad social que, debido al momento de crisis por el que atravesamos, ha agudizado la inversión de los flujos de movilidad social de modo que en hoy en día es más fácil “caer” desde estamentos sociales elevados (ser un ciudadano de clase media con trabajo, casa, familia, etc.) hacia estamentos sociales inferiores (ser un ciudadano que se creía de clase media que se ha quedado sin trabajo, al que le cuesta ayudar a mantener a su familia, que ve peligrar su casa por la ejecución de la hipoteca y que, en algunos casos cuando ha consumido todos los recursos de apoyo con los que contaba –subsidios estatales, comunitarios y locales, apoyo familiar, reservas económicas, etc.- puede verse abocado a la pobreza extrema, de la cual difícilmente logrará escapar).
Créame, es cierto que la mala suerte no existe, como dicen los libros de autoayuda, pero a diferencia de lo que predican éstos, los problemas que padecemos no son siempre responsabilidad nuestra. En el pasado, los rebeldes que se alzaban para cambiar su “mala suerte” (rebeliones de esclavos, revueltas de colonias, alzamientos campesinos, revoluciones burguesas y obreras, etc.) tenían claro que no existía la mala suerte. Su mala suerte era estar en el bando de los oprimidos y no de los dominadores, por lo que para cambiarla trataban de subvertir el sistema que les oprimía. Hoy en día los libros de autoayuda funcionan igual. Nos dicen que no existe la mala suerte (y coincido con ellos) pero señalan que el causante de nuestros males somos nosotros mismos y nos animan a seguir los pasos y métodos que nos señalan para cambiar nuestra situación, omitiendo de paso las injusticias y la opresión del sistema.
Lamento decir a los lectores de este tipo de libros que estamos ante un fenómeno parecido al alcohol. Un trago de alcohol nos anima, nos hace más extrovertidos y nos alegra momentáneamente pero pasados el efecto, nos acabamos sintiendo otra vez como al principio o puede que incluso resacosos. La autoayuda tiene un efecto similar: nos hace creer que podemos conseguir lo que queramos si seguimos su plan, nos hace sentir especiales (exactamente como los casi 7.000 millones de personas que habitamos el planeta, todos especiales) y nos muestra un camino sencillo, esquemático y pautado, lleno de apoyo moral y ejemplos de autosuperación para lograr nuestras metas. Pero, como bien señala Michela Marzano filósofa, profesora e investigadora del Centre National de la Recherche Scientifique (Francia) “…la pornografía y la autoayuda coinciden en servirse de la ilusión de libertad individual para perpetuar la explotación de unas personas por otras […] vivimos el mejor momento para desenmascarar la impostura de los libros de management personal, autoayuda, coaching…” es decir, como el alcohol estos libros prometen sensaciones especiales que nos ayudarán a ser felices, pero después de un tiempo caemos en la cuenta de que el efecto se ha pasado y estamos “resacosos” porque el problema no estaba en nosotros, sino en un sistema que nos condena a seguir el modo de vida que llevamos. Pero, como bien dicen estos libros, ante un problema siempre podemos elegir qué actitud tomar, que es lo mismo que decir que si no te gusta algo, te jodes y callas o mueves el culo. El problema de este lema radica, como ya he comentado, que la capacidad de influencia y cambio del individuo ante determinadas situaciones no depende de él, sino de los medios y mecanismos que el sistema pone a su alcance. Así que si has leído un libro de autoayuda y sientes que no has logrado cambiar lo que ansiabas, recuerda que “puedes elegir la actitud a tomar ante ello” o sea, que te jodas y bailes.