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Los cuatro en uno

Por  Francisco Gómez

El escritor Andrés Trapiello cerró hace escasas fechas el segundo ciclo «Cada Cual-Encuentros con Autores Contemporáneos- que ha organizado el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert en el ADDA en la capital de la provincia antes citada. El profesor de Didáctica de la Lengua y Literatura en la Facultad de Educación de Murcia, José Belmonte, le interrogó hábilmente sobre los entresijos de su última novela «Ayer no más», ambientada en nuestra Guerra Incivil donde están presentes todas las voces en un continuum literario donde nadie es bueno ni nadie es malo completamente, y cada cual expone sus razones de la sinrazón a partir del 19 de julio.

«Pensé en una Pimpinela escarlata que pasaba por los dos bandos. Una novela compleja donde todo el mundo habla de sí mismo. El único que no está soy yo. Una novela de preguntas. En España se producen dos revoluciones al mismo tiempo. Todos saben que la única manera de conseguir el triunfo es con el aniquilamiento del enemigo».

El poeta, escritor, ensayista y creador del «Salón de los pasos perdidos», también se refirió a la ley de Memoria Histórica para subrayar que «las víctimas quieren reparación y memoria y luego poder olvidar».

Andrés Trapiello se confesó un escritor de cuatro caras -poesía, novela, ensayos, diarios- pero con un interés unitario, pues «quiero que mis obras estén atravesadas por un sentimiento poético, indagar en el misterio, la palpitación poética».

El profesor Belmonte le «acusó» de ser un escritor que escribe mucho. La ironía asomó entonces en el discurso del leonés: «cuando afirman que escribes mucho, no pueden decir nada peor». Risas del respetable. Y continúa: «Lo ideal es escribir mucho y bueno. Unamuno, Pío Baroja, Ortega y Gasset, Azorín eran inmensos. Estos son los modelos. Cada escritor tiene que buscar la medida de su temperamento, de su instinto. Más tenía que escribir. El interés de un escritor es hacer más extensos sus personajes, hacer un mundo más grande, habitable, complejo».

El autor de «Los nietos del Cid» subrayó que en los dos próximos años quiere concluir un libro sobre el Rastro madrileño y un segundo volumen sobre los libreros de viejo, que él tanto ama,como otros escritores, amén de su gusto por las palabras. «El amor a las palabras al escritor se le presupone. Aquí hay dos tendencias: la cervantina que escribe mal y los gongorinos, los que escriben bien. Tendría que haber escuelas de malas letras».

Trapiello también se detuvo en sus diarios, una novela en marcha. «Quería contar vidas en las novelas y empecé con mi propia vida y lo que empieza como un diario termina como una novela. Puedes reconocer a personajes y a otros muchos no. Las «x» de los diarios han dado a interpretaciones abusivas. No pretendo ser escandaloso pero sí fantaseo sobre mí mismo. En los diarios ofrezco la complejidad de la persona y del mundo».

Escuchamos a Trapiello, la belleza y dificultad de las cuatro columnas de su discurso literario pero echamos en falta que hable de dos sus pilares con más amplitud. La poesía y el ensayo. En otra ocasión será.

Esta segunda edición de los encuentros literarios en el Gil-Albert no han decepcionado a este periodista cultural. Eso sí, la envidia ha quedado entre los dientes al ver en estos hombres y mujeres mucha literatura y obra a sus espaldas. Pero uno es hombre de senda y queda mucha carretera por recorrer. Mis piernas están dispuestas a escribir palabras en los futuros kilómetros. Trenzar el mundo propio como ellos mismos dicen. Lo hermoso es caminar aunque no adivinemos adónde nos llevará la senda de esta deslumbrante mujer que se llama Literatura.

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