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Concierto de Dover en Stereo Alicante

Por Sandro Maciá.

Caucho, tela y cordones. Nunca tres elementos tan dispares habían tenido para mí un valor nostálgico como el que adquirieron el pasado viernes cuando, después de varios años, me volví a calzar mis Converse negras –así, con nombre, sin remilgos de hacer o no publicidad gratis- con más ilusión que cualquier “teenager” que se precie.

Ellas –las zapas-, compañeras inseparables de noches de todo tipo y segundos pies de mis andanzas por más de un recinto festivalero, no merecían faltar a un momento que ya pensé que no viviría, a un acontecimiento que me sigue costando asimilar aún, al –esperadísimo, al menos por mi parte- regreso de Dover al rock, género que les hizo ser lo que fueron y que, si bien no está claro que vuelva a convertirse en su estilo de referencia, les está llevando estos días a revivir en directo, por varias salas de España, su Devil Came To Me (Subterfuge Records, 1997).

Así que, a eso de las 22.30, allí estaba yo –perfectamente acompañado, pues, además de las señoritas All Star negras, uno sabe rodearse de buena gente-, en la sala Stereo de Alicante, esperando a que las hermanas Llanos, junto a Samuel y Jesús, saliesen a dar el espectáculo que todos los presentes –se colgó el “sold out”- ansiábamos.

Y ¡vaya si lo dieron! Aun con un retraso de una hora –que hubiera sido comprensible si, después de estar viendo como los técnicos lo ponían todo a punto, no se hubieran sucedido continuos acoples o desconexiones a lo largo del concierto-, no hay palabras para describir qué se siente al ver a una enérgica Cristina (vocalista y fundadora, con Amparo, del grupo) entonar la primera frase de Rain of the Times, tema con el que empezó a desatarse el espíritu de “el Devil”, la esencia de ese grunge-rock noventero que, aunque ahora sonaba en manos de unos Dover por los que sí han pasado los años –para mejor, sin duda-, parece no haber envejecido.

A partir de ahí, adrenalina pura. Winter song, Spectrum, Judas…, cada uno de los himnos de aquel disco que copó las extintas tiendas de discos con la cara de un demonio bigotudo fue tomando vida propia y surcando el aire hasta rozar las puntas de nuestros dedos –que no dejaron de alzarse en ningún momento-, hasta hacernos saltar entre potentes riffs y recordarnos que, pese a rondar la treintena, la adolescencia del animado público no se antojaba tan lejana.

Devil aparte, el concierto sirvió de excusa para que la banda desempolvara composiciones de su debut (Sister) y de su tercer trabajo (Late at Night), un detalle digno de mención que nos permitió volver a corear las estrofas de Anacrusa, Cherry Lee –momento para el recuerdo, hit inmortal donde los haya- o Flashback, todas ellas precedidas por las explicaciones de Amparo, que en un intento de lidiar con el bajo sonido su micrófono e intentar contextualizar cada nueva interpretación, acabó por convertirse en una simpática narradora-cronista de la historia del grupo.

Ya pasada la media noche y sufridos los típicos pisotones que nunca deben faltar en un directo bueno y vibrante, se empezaba a sentir que la fiesta iba llegando a su fin y que, no sin intuir que antes habría un bis, poco nos quedaba… Por eso, una vez hecha la despedida cortés, sucedió lo esperado: Dover ardió al ritmo de Devil came to me y Loli Jackson, quemado sus últimos cartuchos y demostrando, con su actitud, que no mintieron cuando reiteraron su comodidad frente al público alicantino.

Dormir, tras esto, fue complicado tanto para mí como para mis zapatillas.

 

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