Por Sandro Maciá.
Venga, va. Lo reconozco. He caído en la trampa y me he creído la broma. Pero, en serio, dejad ya este juego y decidme dónde está la nueva canción de The Strokes porque, si es la que está circulando por la red bajo el nombre de One Way Trigger –que parece ser que sí-, aquí acaba mi admiración por los autores de Reptilia…
Plagio o “inspiración” –que cada cual lo llame como quiera, algo que cambiará dependiendo de si uno es fan o no de Maná, banda a la que muchos dicen que han copiado-, igual me da. Lo que no me crea tanta indiferencia es ver cómo, ante la búsqueda de una –no lograda- originalidad, unos chavales como éstos, que podrían haber seguido en la cresta de la ola, peguen tal patinazo.
¿A qué se debe tal mezcla? ¿Qué hemos hecho para tener que aguantar tales gorgoritos? Una cosa está clara, les habría ido mucho mejor si, manteniéndose fieles a un estilo, hubieran hecho como El Coleccionista, la nueva formación que se pasea desde hace unos días por mis tímpanos al ritmo de unas composiciones que dejan entrever una verdad inmensa: el eclecticismo, hecho con gusto, gusta.
Rosa Arroyo (piano, voz, percusión), Diego Nistal (bajo, ukelele) y Jesús Mallo (guitarra, voz, armónica) son las tres cabezas pensantes –y ejecutantes- de esta formación que, si de fusionar se trata, demuestran que con instrumentos que a priori parecen no encajar entre sí es posible crear piezas como las que podemos encontrar en su Ep Superucraniana (autoeditado, 2012), sucesor de su primogénito Primer Tiempo (también Ep, de 2011).
Un buen ejemplo de esta gracia natural para unir elementos puede ser el corte que capitanea y abre el conjunto de estas cuatro canciones, Claveles de duelo, cuya aparente dulzura va envolviendo una historia de desamor que se construye a partir de versos como “Ahora te cuento las historias/ de mis conquistas /mientras sigo culpándote / de mi desdicha”. Pero éste, el tema en cuestión –que a ratos me recuerda a nuestros paisanos Klaus and Kinski-, es sólo la punta del iceberg que se esconde en esta delicada compilación de composiciones que, incluyendo golpes tan bonitos como el melancólico comienzo de Septiembre, desprenden un disimulado aire improvisado.
Con ejemplos o sin ellos, otra de las llamativas cualidades o virtudes de la banda es la sinceridad de la que hacen gala al reconocer que este proyecto nace de la premisa de que “El empuje principal ha sido poder seguir viéndonos y pasándolo bien durante este tiempo”, palabras que firma la banda en su Bandcamp, toda una lección de humildad que, le pese a quien le pese, es ya un punto de partida que, por lo pronto, no puede llevarles por malos derroteros. ¿Indie? ¿Pop? Nada de etiquetas. Son El Coleccionista, y con eso sobra.