Estrella Morente en el Gran Teatro de Elche
Por Sandro Maciá.
Si hay algo por lo que empeñaría todo lo que tengo, desde la última teja de mi casa hasta la cuarta de las ruedas de mi coche sería, sin dudarlo, por poder comprar tiempo. Horas, minutos, segundos… Me da igual cómo me lo vendiesen y a qué precio, pero, si pudiera, me iba a quedar yo bien contento con esto de poder sacarme de debajo del sombrero un rato más por aquí o un momento más por allá.
De hecho, de haber podido usar este don, el pasado jueves lo habría empleado muy gustosamente para alargar, aunque fuera sólo un poco, el estupendo concierto que la gran Estrella Morente dio en el Gran Teatro de Elche con motivo de la presentación de su último trabajo Autorretrato.
Allí, al arropo de unos maestros del cante y el ritmo y al abrigo de un arte que sólo ella sabe cómo ir dosificando para que el ambiente vaya cambiando sutilmente, los asistentes pudimos ir pasando de la fiesta al recogimiento o de la emoción a la alegría, pues la hija del gran Enrique Morente supo ir dando paso a los diferentes temas con una sensibilidad que fue haciendo al público partícipe de una velada en la que, pese al asombroso temple de la artista en un principio, se vivieron instantes de añoranza y nostalgia, como ocurrió cuando el desgarrador final de la canción que dedicó a su progenitor y maestro la llevó a permaneces varios minutos sin salir al escenario.
Digno de mención fue también la original interpretación de A Lola, tema-homenaje dedicado a Los Flores y, por supuesto, los espectaculares pasos entre cambio y cambio de vestuario de la “granaína”, que corrieron a cargo de sus tres palmeros –entre ellos su hermano menor- y del resto de músicos –maestros de la guitarra y el cajón-. Todo un lujo, vaya, por no hablar del final del concierto, que tras varios bises, concluyó como más de uno esperaba(mos): con su magistral interpretación de Volver, tango atemporal en el que Almodóvar ya se fijó para su homónima película.
Calificado por ella misma como un trabajo en el que puede notarse la presencia de su padre –que, por cierto, fue el artífice del proyecto e, incluso, colaboró en la producción hasta pocos días antes de morir-, Estrella Morente demostró en Elche que, como ya anunciaba la correspondiente promoción del evento, Autorretrato no se limita a desplegar un conjunto de cantes flamencos sino que, además, tienen cabida algunas habaneras o sones cubanos, lo que denota que esta familia, artísticamente, carece de limitaciones y prejuicios estilísticos –recordemos trabajos como Omega, con Los Evangelistas, sin ir más lejos-.
Paralelamente al arte de la mayor de la saga, no hay que olvidar que estos días quien da “el cante” –en el mejor de los sentidos- es Soleá Morente, la pequeña de la familia, que ha grabado no hace mucho Encuentro, un Ep de 5 canciones que nace de la colaboración con los conocidos J, Antonio Arias, Eric y Florent (Los Evangelistas) a modo de apéndice del exitoso Homenaje a Enrique Morente, punto de encuentro entre el flamenco y el pop y el rock más indie.