Vuelve Willie B. Planas
Por Sandro Maciá.
Confianza. Eso es lo que nos falta la mayoría de ocasiones en las que nos desorientamos ante los imprevistos, las novedades o los cambios. Sabemos que con ella, con esta virtud, todo sería tan claro y evidente que, salvando las lógicas excepciones, no tendríamos motivo alguno para saber qué es un problema pero, aún así, como buenos humanos, siempre acabamos por desempeñar nuestra faceta más cazurra y dejamos que esta cualidad se quede en una mera definición que nunca llevamos a la práctica.
Sin ir más lejos, la prueba de que esto es así –y de que no me he levantado de la siesta con ganas de adoctrinar a todo lector- la he recibido esta mañana en forma de sobre. Y no un sobre cualquiera -¡no se vayan a pensar!-, sino uno marrón, de tamaño mediano e identificado con algo tan característico como el logo de los compañeros de Two Mad Records, por lo que el contenido estaba más que claro.
En efecto, era un disco, un precioso cd que rezaba en su carátula “Landscapes & Still-life, de Willie B. Planas” y que, sin saberlo, me ha dado la razón que me lleva a enfatizar esta idea de confiar y creer en uno mismo, pues seguro que de no haber partido de esta premisa el autor y el sello editor de este trabajo –publicado este mes bajo el amparo de los ya citados Two Mad Records-, se seguiría pensando que en España no se puede hacer buen rock armónico o que para escuchar temas de aterciopelada voz y suaves melodías habría que cruzar el océano.
Por eso, gracias a los ocho cortes de este segundo trabajo de Planas, precedido por su The Great Divide (Two Mad Rec., 2011), queda demostrado que el talento no viene de fuera, que aquí existe y que sólo hay que creérselo, como viene haciendo este polifacético músico, también guitarrista de The Pauls, que en su deseo de seguir sorprendiendo al mundo con un aire medio “claptoniano”, medio “crooner” –eso sí, más enérgico que su álbum primogénito- y algo similar al primer Morrisey que conocimos hace décadas, se ha rodeado de un trío de renombre para encerrarse a grabar, de un equipo formado por Mauro Mietta (Piano y Hammond B3), Miquel Ferrer (batería) y Paul Zinnard (bajo y productor).
Con semejante elenco, no es de extrañar que hayan visto la luz canciones como Living longer, moving faster u Old-timers know –gran estructura y no menos admirable voz-, por citar algunos ejemplos que, no dudo, harán recobrar a más de uno la confianza en que el rock vive –aún-.