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Compartir hombre y corazón

Por Vanessa Díez

Sentirse digna para permitirse el amor más básico que existe, el que sólo puede darse una misma, sino nos castigaremos una y otra vez con las experiencias que nos traerá la vida. Los traumas de la infancia nos marcan y si no somos capaces de perdonarnos, de soltar la culpa, no podremos dejar que otro ser se nos acerque y nos cure. Si no te amas, otro no podrá hacerlo.

Charlotte Valandrey vuelve a afrontar su historia, después de haber confesado en L’Amour dans le sang que era seropositiva, sí has leído bien, confesar, porque en esta hipócrita sociedad todavía existen prejuicios sobre muchas cosas, y una de ellas es el tratamiento que se les da a los enfermos de VIH. Gracias a los adelantos de la ciencia existen fármacos que les facilitan la vida, pero lo más importante es reunir el valor para tener ganas de vivir y enfrentar la lucha. La gente que hay alrededor de un enfermo es su gran apoyo, su principal fuerza. Guardar las apariencias y dejar en su lugar la máscara es demasiado importante para muchos. Charlotte nos deja ver que hay detrás de la vida de una actriz que además de ser madre es una guerrera frente a este enemigo. Muchos la dejaron de lado por el camino, los posibles proyectos fueron los primeros en caer, el teléfono dejó de sonar sin más. Otros no le ocultan su miedo ante la amenaza, todavía existen muchas leyendas sobre esta enfermedad.

Tras su último trasplante de corazón se enfrenta a lo desconocido, sus sueños la atormentan. Lo más duro es encontrar un ser que de amor incondicional a este corazón roto, desangrado frente a tanto dolor, el silencio azota tanto como las palabras. Los cambios a veces nos superan, pero la vida también nos sorprende y si la dejamos puede aportarnos un nuevo camino que jamás habríamos imaginado posible, otra oportunidad para revivir.

La industria de los espejos guarda demasiados secretos y una vez abierta la caja de pandora entre sus engranajes no digiere bien la luz cegadora, en los años veinte los escándalos de alcoba no se consentían aunque existieran entre bambalinas o que hubieran actrices de vida libertina. El tabú existe. Una todavía se puede sentir como una paria en pleno siglo XXI. Fue fenómeno editorial con 500.000 ejemplares vendidos, conmocionó a Europa con la segunda parte de su experiencia. La vida de una mujer que tan sólo ha amado y fue juzgada por ello.

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