El desconocido mundo de las teleoperadoras.
Por Deborah Antón.
Cuando nos llaman los teleoperadores siempre pensamos en lo molestos que nos resultan, y casi nunca en la persona que hay detrás de la voz. Sin embargo, para el protagonista, el contacto con las teleoperadoras se ha convertido en la única forma posible de contacto. Mi encuentro con la teleoperadora logra captar la atención del público con un tema situado en la actualidad, con rasgos cómicos (¿forman parte las teleoperadoras de una secta satánica?) y un poco trágicos.
El microteatro de temas actuales suele proponer situaciones que invitan a la reflexión. En los 20 o 30 minutos que dura una pieza, se ofrece un esbozo, un trozo de vida, y el espectador, que siempre se queda con ganas de más, continúa la función en su cabeza. En esta ocasión, resulta imposible no ver una metáfora del mundo contemporáneo, de la soledad de las grandes ciudades, en las que todos nos relacionamos mediante una maraña de conexiones superficiales, mentiras y falta de compromiso. Se plantea una disyuntiva: ¿preferimos vivir una realidad que puede decepcionarnos o una mentira perfecta?
El texto (de Manuel Villa-Mabela, también director) quizás podrían estar un poco más mimado, pero cumple su función. Los actores (Truchy Regueras y Antonio Prieto), aparentemente noveles, también hacen bien el trabajo. Es estupendo que en ciudades como Madrid, en salas como la Escalera de Jacob, podamos encontrar propuestas como ésta, asequibles para todos los públicos.