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Brillos y sintes con Mina Coto

Por Sandro Maciá

Vicio. Puro vicio es para muchos todo lo relacionado con la apariencia… Casi una tortura, según se mire. Por eso, cuando las alusiones al brillo de las cosas más evidentes abanderan alguna idea, poco suele uno fiarse de que el fondo del asunto acabe por tener el valor que representa su continente. ¿Raro? Quizás, pero uno ya tiene a sus espaldas más ejemplos de casos de esta lanzada tradición de ir con la fama por delante que pelos en la barba, créanme…

Sin embargo, entre tanto pelo –entiéndase-, aún es posible esquivar rizados remolinos y alegrarse del descubrimiento de pequeñas excepciones, de casos en los que no hay prepotencia ligada al buen arte de presentar música propia, de grupos que poseen la fuerza y el empaque necesario como para poder cargarse toda superstición léxica que pueda asociarse al nombre otorgado a su criatura.

Casos, sin ir más lejos, como el que nos brindan unos jóvenes –que no novatos- Mina Coto con su Dorado Sublime (Hidden DIY, 2018), ejemplo perfecto de que, quien tiene algo bueno que ofrecer, debe mostrarlo como tal, con un título sugerente que no renuncie a la pretensión y ni a ser una llamada de atención para que aquellos que, expectantes a ser deslumbrados por lo efímero, encontrarán tras el brillo de este LP un buen conjunto de razones para retractarse.

Concretamente, nueve serán estas razones, ya que nueve son los cortes que componen el trabajo que Pep Bielsa (voz y guitarra), Marta Plasencia (batería), Pablo Coello (bajo), Antonio Martinez (teclados) y Miguel Cañedo-Argüelles (guitarra eléctrica) han sacado a la luz mientras Astradyne, el anterior proyecto de Pep y Miguel, goza de un merecido periodo de hibernación después de haber cosechado no pocos éxitos –telonearon aPeter Hook (Joy Division) o The Chameleons, entre otros- y de haber servido como punto de partida para, salvando toda similitud, poder llevar a Mina Coto hacia la experimentación.

Fruto de ello es la palpable y directa disposición de las estructuras de sus temas, la combinación de texturas y la luminosidad que desprenden algunas composiciones, rozando la nostalgia sin caer en la lentitud. Características que podemos apreciar en En tus defectos –donde la marcada percusión se mezcla con electrónicas y alegres bases sobre las que vuela un acertado y empático texto, casi mantra-, en Dormir y Estado terminal –con sus cuerdas al estilo de setenteros loops-, u otras canciones, tan descriptivas que llegan a ser visualmente perceptibles en cuanto a música y letra, como Imposible -“¿Y cómo voy a dejarte? ¡Es imposible!”- o La casa de los errores –“Y si esta casa se hunde / por el peso de la distancia / y si esta casa se hunde / por el peso de la añoranza / asume tus errores / puede que mejores”-.

Además de las citadas, no menos atención merecen la sorprendente Nico –de apariencia discotequera, pero de versos que brotan a conciencia-, la crudamente poética y rítmica Nocturno amazonas, la sigilosa De noche –creciente poco a poco, desde sus pulsaciones iniciales hasta el suave estribillo, que es toda una declaración de intenciones vertida sobre una onírica base, acompañada de cuerdas y una batería que permite al tema, siendo tranquilo, mantenerse vivo- y la espectacularmente arpegiada Lágrimas desde Irán –primer y contundente single, una representación perfecta de la esencia que cultiva Mina Coto y que sirve para abrir boca con sus potentes versos, su ritmo disco-pop y su constelación de sintes y guitarras-. Esta última, incluso, es la privilegiada por el momento, en lo que a presentación multimedia se refiere, ya que llega acompañada de un videoclip dirigido por Jonathan Ros, a partir del guión ideado y coescrito con el propio Pep Bielsa.

Vamos, que aquí, en este trabajo grabado y producido por Josep Comas (Berlinist, Olympic Flame o Olive Moon) y grabado en los estudios Two Tie Recordings no hay brillo que ciegue sin sentido, sino una llamativa luminosidad, o lo que es lo mismo, un halo “dorado y sublime” por dentro y por fuera.

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