CAMBIOS DE HUMOR (MOODS) de Louisa May Alcott.
por Ana Olivares
Un ovillo de sentimientos.
Es un honor presentaros la primera novela de la autora de “Mujercitas”- hasta ahora inédita en español- llamada Cambios de humor. Todo un descubrimiento teniendo en cuenta que una servidora aún no había encontrado hueco para leer a Louisa May Alcott; y sin embargo, ¿quién no conoce a las hermanas March y sus diferentes personalidades? La historia de estas cuatro entrañables jóvenes que tratan de perseguir sus sueños o ideales en una sociedad demasiado encorsetada para una mujer pasó a la historia cómo uno de los mejores clásicos de la literatura, o al menos, de los más famosos y aclamados por la crítica. Y en este punto es dónde os quiero plantear lo interesante que resulta explorar el origen de cualquier escritor u escritora digno/a de mención para comprender mejor qué ideas o motivaciones los empujaron a lanzarse en esta carrera repleta de obstáculos y crítica -igual que rica y estimulante-; sin olvidar que tanto las anteriores como las nuevas generaciones son cada vez más exigentes ante las expectativas que tienen de una novela.
Esta icónica escritora estadounidense demostró con creces su capacidad para crear historias muy reales y emotivas junto a personajes con caracteres fuertes. Este estudio o primer paso en su carrera literaria dio como resultado a Moods (1882) o Cambios de humor. En el prólogo la autora explica que esta obra sufrió tantos cambios y adaptaciones por parte de los editores para amoldarse al gusto del público de la época, que ella misma temía que hubiese perdido el mensaje real de su historia y la intencionalidad con la que fue escrita. Por lo que aclaramos que esta es una nueva adaptación que hizo veinte años después, ya que su primera versión la terminó en 1864.
Cambios de humor, profundiza en la dualidad del ser humano; en el discurso continuo entre mente y corazón, convirtiéndose así en el testimonio de Sylvia, una joven de 17 años con voz propia, confundida por sus sentimientos y moralidad que acaba tomando buenas y malas decisiones en base a la parte que predomine en ese momento que tuvo que elegir y actuar; y cómo estas acciones acarrean consecuencias inesperadas o no, que no sólo le afectarán a ella, si no a su entorno familiar y social. Todo ello sin olvidar el contexto histórico de la época, esos detalles en las descripciones cotidianas o de paisajes que nos trasladan a la atmósfera de confusión y entusiasmo que rodea la vida de Sylvia. Incluso su hermana Prue, que ha adoptado el rol de madre y señora de la casa tras la pérdida de ésta trata de animarla a aumentar su vida pública, a replantearse su forma de comprender el mundo y a centrarse. Enseguida entrará en juego el hermano de ambas, Max, ya que les presenta a sus amigos: Geoffrey Moor y Adam Warwick (que se convierten en pretendientes y rivales). La relación de curiosidad inicial, amistad y tertulias que se desarrollará entre ellos son vitales para comprender los lazos de unión que surgieron durante la travesía por el lago a la que dejaron que les acompañase Sylvia. Aquella travesía a pie, en barca, en carro, la ayudó a salir de su estado de melancolía o desgana aparente revelándole todo un mundo de posibilidades en las que tan sólo ella sería la dueña de sus pensamientos y sentimientos. De repente, los dos únicos amigos que dice tener, uno poético y el otro heroico, se han convertido en posibles pretendientes con los que compartir su mundo. Pero lo que ella no sabe es que desencadenará una especie de triángulo amoroso que marcará la vida de los tres en el presente y en un futuro sin poder huir de los sentimientos o malas decisiones ya tomadas. ¿Existirá algún momento de redención? O ¿finalmente todos los implicados conseguirán alcanzar sus deseos o tendrán que renunciar al amor?
Aunque Louisa May Alcott se centre en los cambios de humor de Sylvia, ésta desarrolla una personalidad voluble no exenta de críticas por no convertirse en el prototipo de mujer que se espera de ella. Además de demostrarnos que la lucha entre mente y corazón aún no está sobrevalorada planteándonos así una bonita historia de amor en la que Sylvia parece gobernarse más por la emoción que por la razón. Una flor demasiado rara y exquisita dentro de un mundo de hombres.
