Lluvia de William Somerset Maugham
por Ana Olivares
Casi una tormenta tropical.
<< No era como nuestra plácida lluvia inglesa; se preciaba en ella una malevolencia de las fuerzas de la naturaleza.>> Arrancamos con una frase estrella que determinará el desarrollo de esta novela en la que nada es lo que parece.
El doctor Macphail, junto a su esposa, viajan en barco hacia Sídney, Australia. Están de vacaciones e intentan divertirse, hasta que se hacen amigos de una pareja de misioneros, el matrimonio Davidson, que se dirigen al norte de Samoa, a unas islas donde tienen su distrito. Cuentan cómo fueron cambiando las leyes y las costumbres de los nativos del lugar para adecuarlas a la moral y tradición cristiana. Todo lo consideran pecado, juzgan a diestro y siniestro desde su alta moral de mensajeros de Dios. Pese a que al principio parecen una buena compañía, nuestro matrimonio protagonista comienza a sentirse asfixiado, casi sin darse cuenta, ellos mismos se están reprimiendo de toda acción con tal de mostrarse respetables ante sus nuevos amigos. A mitad de camino, se desata una epidemia de sarampión en la isla, peligrosa para los canacos, por lo que les impiden volver a embarcar hasta pasada una cuarentena de unos diez días. Las vacaciones exóticas soñadas, pronto se convierten en aguacero, pues es la época de lluvias en la zona, y esta no para de empapar los ya de por sí nervios crispados ante una situación de espera y estancamiento, junto con una convivencia que empieza a asfixiar el ambiente y a nuestros protagonistas por un conflicto con la señorita Thompson. Una joven de dudosa reputación que se hospedará en el piso de abajo y que detonará el férreo ataque de un siervo de Dios. Alfred Davidson, se auto encomienda la misión de salvar el alma de la señorita Thompson con inesperadas y funestas consecuencias para él; y, por consiguiente, para todos los huéspedes de esa choza dejada de la mano del Señor. Moraleja: aquellos que dicen ser rectos y de moral intachable, en el fondo, son los más inmorales, religiosos o no.
Ese giro final asegura el impacto en el lector, y lo que parecía un final anunciado nos deja patidifusos, en una historia breve pero intensa que nos muestra el lado oscuro del ser humano de una forma sutil, pero de lo más reveladora. Y todo ello bajo la incesante lluvia que sirve como marco opresivo que profundiza en el ambiente rancio y tenso que se apodera de nuestro protagonista al ser testigo de la depravación del ser humano desde diferentes perspectivas. No es lo mismo que uno presuma de su rectitud y buena conducta mientras esconde vileza en su interior; a que la otra muestre libertinaje e inmoralidad mientras que trata de escapar de su destino. Las apariencias, siempre engañan.
No he querido extenderme mucho en mis conclusiones por no revelar nada importante de la trama. Inicialmente no te promete nada, hasta que te lo ofrece todo.
De la curiosidad, pasamos a la emoción e intriga hasta la indignación y asombro final. Todo a su tiempo, como una secuencia medida que nos recuerda porqué nos gusta leer. Una sensación que solo los clásicos consiguen transmitir con su elegante intensidad condensada. Como la mayoría de las obras de William Somerset Maugham; siempre te dejan con ganas de más.