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Aino fabula la liberación de la mujer

Por Vanessa Díez

Libre te sientes en medio del bosque, sola quizá, incluso sola, no necesitas a nadie más. Correr descalza entre los árboles será suficiente. Desnuda si es preciso y con tus cabellos de fuego sobre la espalda. Los demás no son necesarios en tu vida. Aquello era una prisión, tu alma moría, impuesta vida debida con hombre e hijos.

«La novia del lobo» nos trae encubierta la liberación de la mujer, nos deja verla correr y disfrutar de su libertad, para después arrebatárnosla ante la moral, para que todo vuelva a su cauce debido y no provoque cambio. Tan sólo sembrar la semilla en las futuras mujeres ante la posibilidad de ese viento en su rostro como recompensa ante una vida libre e incluso libertina, si ellas quieren, que no tienen tan sólo que dejarse embaucar por el discurso de cásate y dale un hijo a tu hombre, existen otros caminos.

Esta historia la escribió su autora en los años veinte del siglo pasado, aunque la historia del pueblo de Estonia del que nos habla sucede en el siglo XVII, así comprendemos que la religión y la moral dominan a veces el texto, la mujer debe volver al redil y no continuar corriendo como una loba por el bosque. Como escritora siempre es más sencillo para hablar de aquello que sucede realmente buscar un lugar imaginario, que quizá pudiese incluso existir en su momento, así si alguien no está de acuerdo es algo tan lejano que no es un atrevimiento a criticar la situación actual de la mujer, de todas formas es una historia muy contemporánea. Además este texto ha sido acompañado por la belleza de las ilustraciones de Sara Morante que en esta ocasión tienen un aura y una mística especial.

Algunas preguntas surgieron a mi alrededor tras terminar el texto y aquí os las muestro. Sara Morante nos las ha respondido.

¿Cómo afectó en ti la historia?
La traductora de La novia del lobo, Luisa Gutiérrez y yo estuvimos hablando mucho sobre el contexto histórico en el que fue escrito y las circunstancias personales de la escritora, Aino Kallas, por lo que sabía que era un tema más actual y que siempre me ha interesado mucho. Kallas escribió esta historia en los años 20 del siglo XX, aunque la sitúa en una isla de Estonia en el siglo XVII. Estamos hablando de la segunda ola femista: el sufragio femenino, la entrada de la mujer al mercado laboral, etc.

¿Cómo sentiste a la protagonista? ¿Te identificaste con ella?
Su realidad es muy diferente a la mía, por lo que no me sentí identificada, pero sí empaticé con ella. Esto suele sucederme con casi todos los libros que ilustro; son entre dos y cinco meses “conviviendo” con los personajes y “viviendo” dentro de su historia y lo natural es empatizar y sentirse cercana a algunos de ellos y sus historias, pero en este caso en que que aún tiene vigencia ese sacrificio que ha de hacer una mujer si quiere tener un rol de persona independiente y no sólo de madre y esposa, que es un problema todavía actual, la relación que establecí con este libro fue muy fuerte. Es un tema atemporal, desgraciadamente.

Tras la primera lectura del texto cómo entras en acción?
Lo primero que hago, tras la lectura, es dibujar los retratos de los protagonistas. Le doy mucha importancia a sus rostros; necesito ver en sus ojos, en su expresión, la historia que van a vivir (en mis dibujos). Tras esto, que me lleva unas cuantas semanas, paso a definir los escenarios. Cuando ya tengo todo esto me dejo llevar. En el caso de “La novia del lobo” presté muchísima atención a la ropa tradicional de Estonia, de la isla de Hiiuma, en concreto. También tuve muy en cuenta la vegetación de la isla, la arquitectura del siglo XVII, la iglesia que aparece en la historia y que aún está en pie y otra serie de detalles. En este caso siempre es bueno poder tener al otro lado del email a los traductores, que son quienes mejor conocen todos estos aspectos. Luisa Gutiérrez me ayudó mucho a la hora de dibujar los escenarios, esas saunas tan típicas en los países nórdicos y que, al igual que la iglesia, muchas siguen en pie.

¿Tienes algún ritual?
Muchos, tantos que me cuesta identificarlos como tal. Lo más reconocible es que he de tener todo mi material y mi espacio de trabajo muy ordenado y limpio, el papel cortado; los lápices afilados. Y durante estas primeras semanas que dedico sólo a los retratos de los personajes, procuro tener un ambiente muy tranquilo, escuchar música que me temple el pulso para no apretar los lápices demasiado. Suelo aislarme y salgo poco de casa porque mi concentración, aunque una vez que la tengo es fuerte, también es frágil.

¿Cómo te enfrentas a la hoja en blanco?
No sé lo que es la “hoja en blanco”. Empiezo enseguida a dibujar, no me puedo permitir dedicarle demasiado tiempo a mirar una hoja blanca. El plazo de entrega manda, y es tremendamente “inspirador” (léase con ironía).

Cómo decidiste el tipo de ilustración?
Creo que el tipo de ilustración que hago en cada libro es algo intuitivo. No lo decido conscientemente, va surgiendo a lo largo del proceso. Por esta razón no suelo hacer bocetos y sé que, cualquier idea que tenga al principio, se desvanecerá a lo largo de las semanas porque surgirán otras ideas. Es imposible domar al proceso creativo.

¿Cómo llegaste a superponer las sombras de los lobos?

Surgió un día que hacía pruebas, en plena euforia creativa, experimental. Y me pareció un efecto perfecto para expresar la metamorfosis que sufre la protagonista y para coger el tono metafórico, místico y fantástico de la historia: mitad magia, mitad realidad.

¿Cómo elegiste los tonos a utilizar?

Sabía que el rojo iba a ser protagonista de la paleta, pero en un primer momento pensé en utilizar dos tintas: la roja y la negra. En algún momento el resto de colores entraron en el juego, pero mantuve el ambiente sombrío del bosque y de las ciénagas que Aalo, la protagonista, tanto frecuenta.

¿Cómo supiste cuántas ilustraciones iban a ser?

Se suelen pactar con la editorial y suele ser un número que guarda equilibrio con la maqueta y con los capítulos y páginas del libro, pero yo dejo un margen por si me apetece hacer alguna más o por si considero que esta o aquella escena merecen otra ilustración.

¿fue fácil llegar a crear esta protagonista?

No, tengo una carpeta llena de pelirrojas que iban a ser Aalo y al final no lo fueron; no pasaron el casting.

¿Cómo fue autorretratarte? ¿Lo has hecho en otras ocasiones?
Para el personaje de Aalo necesitaba expresiones faciales que, sin modelo real, me son difíciles de conseguir, por eso, y no por otro motivo, opté por retratarme a mí misma. Es una cuestión más práctica que de protagonismo, la verdad. Mucho más prosaico: había dedicado demasiado tiempo a dibujar Aalos y me quedaba sin plazo, necesitaba arrancar, así que me planté delante de un espejo.

¿Qué significó para ti este proyecto?

Por un lado, realizar algo que Luisa Gutiérrez, la traductora, y yo llevábamos años deseando: colaborar juntas. “La novia del lobo” fue una propuesta de Luisa allá por el año 2012. Nórdica nos pareció la editorial más indicada para este libro, se lo propusimos y les gustó la idea. Tuvimos que esperar unos años, y creo que eso benefició a la parte ilustrativa porque para 2015, que fue cuando empecé a ilustrarlo, yo ya tenía muchas más tablas que en 2012. Trabajar con Nórdica libros es siempre un buen plan, porque nos dejan crear con libertad; es un placer trabajar con ellos.
Por otro lado, este libro me ha dado muchas alegrías y he disfrutado con esta historia conmovedora y dura. Y actual.

Gracias Sara Morante por tu trabajo y por tu tiempo dedicado.

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